Los expertos en management asociativo, nos aconsejan a los colectivos de usuarios de los medios que nos presentemos como corderos en medio de los medios. En un post anterior titulado Demonios ya comenté que es publicitariamente negativo el ser ferozmente crítico con la televisión. Hay que ser bueno. Es anatema por tanto para estos consejeros en el mensaje público, afirmar que la mejor manera de ver televisión es no verla en absoluto. El mensaje sería: está ahí, es inevitable: hay que aprender a convivir con la televisión. Por eso me ha parecido refrescante como lluvia de mayo estos cinco testimonios que aporta el citado Magazine de El Mundo del domingo pasado en su reportaje que demuestran que hay vida más allá de la tele porque en un momento determinado decidieron vivir sin ella
Habla hoy:
(Barcelona, 1957) Periodista, profesor de Periodismo en la Universidad Pompeu y Fabra, columnista de El Mundo y bloguero.
«La tele es algo de lo que, generalmente hablando, uno se tiene que avergonzar. A veces caigo en casa de alguna persona que la tiene encendida y te quedas asombrado: el lenguaje, la estética… Me avergüenza. Es cutre. Nadie habla de lo que sale en la tele; si acaso, se pone de modelo de algo chocante. Es como las caídas: un tío va y resbala. Yo creo que eso es la televisión.
Yo dejé de ver televisión en el año 93, coincidiendo con mi divorcio. Me fui a vivir a una casa con tele, pero nunca la encendí. Quizá algún día, pero poca cosa. En realidad, fue un proceso gradual, antes de esa fecha veía poco, ni siquiera películas, porque no me gusta verlas en la tele. Pero en el 93, sin dramatismos, la eché de mi vida. Fue por falta de interés total. La gente se sorprende y cree que soy un pedante, pero la verdad queda pedante a veces.»
En su casa la tele ni está ni se la espera. Ni siquiera sus dos hijas adolescentes echan de menos un aparato que jamás se contó entre los electrodomésticos del hogar. «No han visto la televisión ni la ven. Pero, claro, sí navegan y ven series, no se lo prohíbo, aunque intento controlarlo. Pero no se han rebelado nunca porque nacieron en una casa sin tele. Son unas grandes lectoras, eso sí, pero quizá porque es algo genético y los genes tienen que expresarse. Con tele hubieran leído igual, pero probablemente un poco menos».
Coda:
Según Paulino Castells, especialista en Psiquiatría, Pediatría y Neurología y coautor de Enganchados a las Pantallas (Planeta), las personas más refractarias a la televisión y que son capaces de dominarla serían:
«personas que tienen suficientes gratificaciones en su vida cotidiana, trabajo, actividades, aficiones, como para que no les dé tiempo a acudir a la pantallas. La persona que tiene una vida plena no siente la necesidad de recurrir a la televisión. En general, hablamos de individuos con criterio y discernimiento –saben lo que quieren y lo buscan-, que son eminentemente activos».
Está muy bien. Pero no puede saberse si es lo mejor. No todos los seres humanos «caen» en casas como la de Arcadi.
Perseguimos saber qué hay que hacer con la tele, hallar cuál es la mejor respuesta ante ella, quién tiene más razón, si los que dictan anatemas, los que han descubierto que hay vida más allá de verla, los que tienen un efectivo dominio sobre su uso, los que no les queda un minuto que perder ante ella porque sus vidas son riquísimas en actividad, los que ………
El pensador quiere hallar «la mejor postura» ante el fenómeno y se olvida de «la buena postura». Porque, en eso estaremos todos de acuerdo, la mejor conducta es la buena conducta. Y hay muchas buenas conductas. Por eso, si a usted le gusta ver la televisión ¡pues véala! ¡faltaría más!: si a usted , por el contrario, no le gusta nada, pues no la vea. El problema son los hijos, los poco activos, los no ilustrados, los débiles, ¿verdad?. Para éstos hace días que inicié mi campaña particular: «vean sólo lo que de antemano han decidido que quieren ver, y no vean televisión todos los días».
Por lo demás, aunque la televisión, en general, sea penosa ¿qué duda cabe de que no es toda ni sólo caca?, ¿Cómo no reconocer que tiene sus capacidades positivas? ¿Hay algo en este mundo que sea sólo bueno o sólo malo?. No reduzcamos y valoremos también lo bueno de las cosas antes incluso que despreciar lo malo. Es la pedagogía más natural y por ello la más efectiva, además.
Y lo que ya jamás (ojalá) me robará un minuto de mi tiempo es pensar sobre si la televisión «es buena o es mala». Porque ya he llegado a mi particular respuesta: la televisión la hacen y la ven las personas: malas, malísimas, buenas, buenísimas.
Repaso mi comentario y veo en él cosas que pueden herir la sensibilidad del espectador (por mi culpa, por expresarme mal). Corrijo pues con brevedad.
No es verdad ni pienso que «reduzcamos» el valor de las cosas. Quería decir que intentemos contemplar todos los valores: los buenos y los malos. Pienso que hay un predominio de los malos. El plural debiera ser singular. Otro fallo del menda.
En el último párrafo, el tono de enfado o de hartazgo no se corresponde con lo que quería plantear, y es simplemente que la cuestión de si la tele es mala o es buena, formulada así, hace tiempo que está agotada (y casi es una gota china oírla o leerla) y me he dado cuenta de que no da más de sí porque está mal planteada desde el principio. Y a responderla en esa formulación es a lo que no quiero dedicar más tiempo.
Saludos.
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