Desde 22:28 hasta 25:22
De nuevo la entrevista. Nos acercamos al final
Punset.– «Marc, una última pregunta que me encantaría me pudieras contestar. ¿Cómo es posible que los niños pasen tantas horas con los videojuegos, jugando con el ordenador? ¿Es porque obtienen algo a cambio? ¿Están inmersos en el flujo, como dicen algunos amigos míos psicólogos? ¿Es porque les gusta la interacción social? ¿Por qué es lo que más les gusta?»
Prensky.– «Bueno, pues porque es la época en la que viven. Un amigo mío solía decir: “tienes que vivir tu tiempo”. Y vivimos una era de pantallas. Hoy en día muchas de las cosas que les interesan suceden en pantallas grandes o pequeñas. No siempre va a ser así. Tenemos los hologramas y otras muchas cosas. Hubo un tiempo en el que la gente se preocupaba porque los niños se enfrascaban en libros y no levantaban la vista. ¿Por qué se pasan la vida entre libros?, decían. Ahora a la gente le encantaría volver a esa época. Yo creo que es normal porque es donde radica la acción. Es ahí donde están sucediendo las cosas importantes. Las cosas interesantes en nuestros días ocurren en pantallas de todos los tamaños por eso pienso que es normal que los niños miren a su alrededor y vean qué hay de interesante. Soy un niño, soy nuevo en este mundo, ¿qué hay de interesante ahí? ¡Oh, mira!, ¡aquella pantalla! Los bebés lo saben porque es ahí donde focalizan su atención. Así son las cosas y me parece sumamente interesante»
[Es triste pensar que ante la época que nos ha tocado vivir, no haya otra que desintegrarse en la desintegración general. Hubo un tiempo en el que el sistema educativo era el núcleo de una transformación social en contra de la misma sociedad adocenada. Hoy se nos pide en cambio que la gran revolución sea mimetizarnos con la superficialidad social porque la fuerza de esa barbarie es tal que no hay nada que hacer contra ella. Una y otra vez se pide a la escuela que se adapte a los cambios sociales en vez de pedirle que sea ella la que provoque un cambio social contra la deriva superficial, la hegemonía de las emociones viscerales provocada por las imágenes y la desinformación global. Y Prensky vaticina que vendrán tiempos peores en los que las imágenes serán sustituidas por hologramas y realidad virtual. ¿De verdad es en las pantallas donde están sucediendo las cosas importantes? ¿No es en la realidad? El ejemplo final del bebé, está muy bien traíd0. Eso es exactamente lo que está ocurriendo: “¡Oh, un brillo de plasma!” Y el niño deja de atender a los estímulos de la realidad. Y la realidad deja de existir.]
Imágenes de gentes, fundido. Aparece Prensky de nuevo en escena
«El deber de las escuelas, en mi opinión es motivar a los chicos. Este es el motivo por el que no van a dejar de existir los profesores. Esta es la razón por la que no van a perder sus trabajos -ya que muchos están aterrados en ese sentido-. Su trabajo es darles luz. ¿Tienen nuestros hijos Trastornos por Déficit de Atención? Esto es lo que muchos creen. Les damos Ritalin y otros fármacos. Esto es lo que dicen nuestros hijos: “Yo no tengo TDA, simplemente no estaba escuchando”. Un amigo mío que es profesor, les llama IOI: “Interésame o Irrítame”. Pero no despertamos su interés, los irritamos, se suben por las paredes, hacen comedia, pensamos que algo va mal, pero lo único que va mal es que no hemos despertado su interés. Y cómo lo hacemos, cómo encendemos las luces para estos chicos. Yo creo que la mejor forma es con aquello que les apasiona. Y creo que así toda esa mala prensa en torno a nuestros chicos la vamos a ver con otros ojos.»
[Pero, una vez más, ¿De verdad el gran problema de nuestra educación es que los chavales se aburren, simplemente porque esa otra gran escuela no reglada de las pantallas es más divertida? ¿Llenar las aulas de pantallas, brillos, reclamos, diversión, es la gran revolución educativa? ¿Por qué no podemos incidir educativamente desde las Administraciones educativas y desde las familias para que encaucen pedagógica y adecuadamente esa marea que se les viene encima a los chavales a través de la televisión, los móviles e internet? ¿Simplemente porque es demasiado difícil? ¿Porque –como se oye tantas veces- no se pueden poner puertas al campo? Habrá que hablar de ello, habrá que intentarlo. Habrá que plantearse implicar más a las familias y a las administraciones en la educación en pantallas, es decir en ponerlas en su sitio, en dominarlas, en adecuarlas a la edad de los niños, en dosificarlas, en vez de prestigiarlas indiscriminadamente como la panacea del siglo XXI.
Necesitamos apasionar a los chavales, sí. Pero el camino no está en darles el juguete de la tecnología, sino en transmitirles nuestra propia pasión por el conocimiento y por el saber como han hecho desde siempre los buenos profesores. Por eso, insisto el problema es de personas –profesores y alumnos- no de juguetes tecnológicos. Por supuesto que a Microsoft, Google, Prensky… les interesa vender tecnología: viven de eso. Pero los profes sabemos que la tecnología, como toda herramienta nunca va a despertar pasión. Sólo las personas –y no tenemos ningún miedo a desaparecer, somos imprescindibles- podemos hacerlo. ]
Referencias:
El llorado Juan Antonio Vallejo Nájera, en uno de sus libros (tal vez fuera en «Locos Egregios»), daba cuenta de la infinita gratitud que profesaba al profesor de Historia de su colegio, el cual cíclicamente, cada curso, entraba en una fase apagada, mostrando un ánimo depresivo, conforme se acercaba la obligación de explicar La Caída del Imperio Romano, fechas en las que llegaba con facilidad al llanto descubierto ante sus alumnos. Tal era la admiración y el amor que la civilización romana le procuraban. Naturalmente, comentaba Vallejo, él y sus compañeros de clase, «tomaron» gran afecto por la asignatura y, como es obvio, se sabían «El Impero Romano» al dedillo. Animo a Prensky a diseñar un videojuego en el que cosas análogas puedan «suceder»…..
¿Así que «Las cosas interesantes en nuestros días ocurren en pantallas de todos los tamaños….. «, eh? A eso le llamo yo tener una cabeza brillante. Pero, tal vez lo que debiera hacernos llorar es la inacción de la otra parte del business: nosotros y nuestro silencio.
José Luis
PD.Cómo agradezco no encontrarme ese día entre el público del auditorio porque, siendo como soy yo de intolerante con lo mentecato, hubiera sufrido muchísimo teniendo que contenerme… para no salir al estrado y liarla (que me conozco).
Las imágenes que salen en el vídeo del auditorio, sus caras circunspectas, son suficientemente expresivas de cómo estában recibiendo el mensaje. Creo yo. Sin embargo, es cierto: hay un silencio ominoso porque todos estamos ganados por el prestigio de lo tecnológico.
En efecto: menos mal que no estabas. Estábamos. Nos hubiéramos hecho notar.