Desde 25:22  hasta el final

 Continúa Prensky en escena

 «Voy a darles una metáfora nueva. Digamos que nuestros chicos son cohetes espaciales. ¿Qué quiere decir? Bueno, pues que van rápido, que se lanzan de cabeza a lugares desconocidos, que son muy volátiles, que son difíciles de controlar con precisión como los cohetes de verdad. Necesitan ser programados adecuadamente, necesitan combustible adecuado, buenos pilotos y quizá requieran algunas correcciones a medio camino como los cohetes de verdad… Pero tienen un retorno potencial enorme. Todos los chicos lo tienen y es lo que tenemos que descubrir.  Lo que más me gusta de esta metáfora es que si los estudiantes son cohetes espaciales,  En qué se convierten los educadores? ¿En especialistas en cohetes? Así que la próxima vez que alguien les diga que la educación no es una ciencia espacial, tenéis que contestarle que sí, que es más difícil porque los cohetes  obedecen a las leyes de la física, pero a veces no sabemos a qué leyes obedecen nuestros hijos.

 [Desde luego que nuestros hijos son mucho más complejos e imprevisibles que un cohete. La metáfora no es muy afortunada. Las personas no obedecen a más ley que la de la satisfacción interior de la necesidad de aprender, la necesidad del crecimiento personal, el descubrimiento paulatino, esforzado y difícil del saber, la adquisición de hábitos de aprendizaje, dominio y conocimientos. Necesitamos tiempo lento para esos que van tan rápido. Solidez para esa volatibilidad. Orden, exigencia, disciplina… –sí, Sr. Prensky, sin miedo, disciplina­–  para que aprendan a autocontrolarse y aprovechen así ese potencial enorme que todos tienen en mayor o menor medida]

 Todos sabemos que las herramientas están cambiando en el siglo XXI y ¿saben qué, amigos? Los profesores son una herramienta. Somos una herramienta para educar a nuestros hijos. No tenemos por qué ser una muy buena, ya que somos humanos… Somos los mejores. Pero sí que tenemos que ser herramientas del siglo XXI. Nuestra función está cambiando porque no sólo tenemos que prepararlos para los exámenes, sino que tenemos que prepararlos para el futuro desconocido. No sólo para que se gradúen y vayan a la Universidad. Tenemos que ayudarles a descubrir sus pasiones. Eso es lo que tenemos que hacer. No sólo tenemos que ayudarles a leer y escribir y vivir en nuestro mundo, sino que también tenemos que ayudarles a vivir en el mundo del futuro donde la mayoría de la información no se transmitirá por escrito. Así que tenemos que pasar de ser el profesor, el controlador, el director del aula, a ser el entrenador, el guía y el compañero»

 [De nuevo niego la mayor. De herramienta nada, Sr. Prensky. Somos personas, guías, acompañantes, orientadores no herramientas. Personas, además con  autoridad porque somos adultos y no adolescentes y porque sabemos más que ellos. Sabemos más que Google. Porque Google –que lo contiene todo, no sabe nada. Nosotros sí y somos los encargados de transmitirlo a las generaciones futuras. Nunca la Educación con mayúscula se ha limitado a preparar exámenes, ni antes ni ahora. Nunca ha consistido en enseñar a leer y escribir, aunque leer y escribir son  -y serán con uno u otro soporte-  las herramientas básicas del pensamiento sobre las que construir todo lo demás. En el siglo XXI y en el XXX.]

 Planos generales de la sala. Música. Exteriores. Epílogo final de Punset

«Yo no creo, sinceramente, que haya un descubrimiento mayor que el que se está haciendo en estos meses, en estos años. Y es el saber que podemos incidir, transformar la estructura cerebral de los jóvenes mediante una nueva educación. Y hemos descubierto otra cosa impresionante: y es que ahora sabemos cuándo existe, cuándo se abre la ventana crítica. Sabemos que lo que no hayamos conseguido cuando los niños alcanzan los seis, siete, ocho años, no diría que es inútil seguir insistiendo, pero sí que se ha perdido la única y la gran oportunidad»

 [Siempre que Punset me anuncia un descubrimiento genial me preparo siempre a una nueva decepción. Humo. Desde que yo enseño, se sabe que el cerebro infantil está sin construir y que su construcción depende mucho de los estímulos recibidos en su crecimiento a través de cualquier educación nueva o vieja. Lo que se ha descubierto ahora es, precisamente lo contrario, la neuroplasticidad del cerebro a lo largo de toda la vida. Si bien es cierto que el esquema neuronal básico se completa alrededor de los seis o siete años, ahora sabemos que a lo largo de la vida vamos modificando nuestros enlaces neuronales, su número y su capacidad dependiendo de las actividades a las que sometemos nuestro cerebro. Y ese es el quid de la cuestión: lo que nos preocupa es qué tipo de cerebro se está desarrollando en unas generaciones cuya principal actividad es mirar pantallas y apretar botones. ¿queremos ese cerebro para nuestros alumnos o que la escuela pueda colaborar a seguir desarrollando cerebros preparados para afrontar el choque tecnológico social manteniendo capacidades pretecnológicas básicas?]

Frase final sobreimpresa. Voz en off:

«La antigua forma de enseñar es aburrida; la nueva se basa en que los chicos aprendan solos»

Marc Prensky

 [Ya hubo un experimento Summer Hill en los sesenta. Ya llenamos de carteles, murales y fotografías las aulas en los setenta. Ya hemos ido vaciando los libros de texto del texto que les dio nombre y los hemos ido llenando progresivamente de bonitas y coloreadas fotografías en los ochenta. Llevamos décadas despreciando la memoria y décadas haciendo que los alumnos la pierdan y se conviertan en  alumnos desmemoriados.

¿Ahora queremos dejar solos a los alumnos con las pantallas? Conmigo que no cuenten. Seguiré luchando para que disfruten –no para que se diviertan- y aprendan de otro modo. Apasionadamente.]

 Créditos. Final

Referencias:

Global Education Forum

Fundación SEK

Institución Educativa SEK

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