Desde 20:13 hasta 22:28
Punset.–«escribiste algo así en algún sitio. Hablabas de un estudiante que no prestaba atención y tu dijiste que no era un problema de Déficit de Atención, sino, simplemente que el estudiante no escuchaba»
Prensky.- «Sí. Quiero decir que no es que los niños no puedan prestar atención. La gente se equivoca cuando los culpa de no ser capaces de estar atentos durante un buen rato. Lo que pasa es que los niños deciden no prestar atención. Si reúnes a un grupo de niños que tu crees que les cuesta estar atentos en la escuela y en cambio los colocas delante de una película que dura tres horas pero que realmente les interesa, la mirarán y estarán atentos durante tres horas o ante un videojuego o cualquier otra cosa que les resulte atractiva. Pero les cuesta estar atentos cuando les cuesta aprender a la vieja usanza.»
[Otro mantra cibereducativo. Insisten en lo mismo una y otra vez. Es agotador y de tal obviedad que preocupa que pueda decirse con esa tranquilidad como si estuviera descubriendo el Mediterráneo. Siempre ha sido así. Cuesta mantener la atención cuando mantenerla nos exige un esfuerzo. Si ponemos la tele, los niños están atentos, si les ponemos cine, están atentos, si juegan a un videojuego, están atentos, si les llevamos a un parque de atracciones o a un teatro de marionetas, o a jugar al fútbol en el recreo, están atentos. En todas esas actividades están atentos porque no necesitan estarlo. Están inmersos en un flujo de estímulos. El problema no es que les cueste estar atentos, sino la creciente cantidad de chavales incapaces de ir contra su gusto personal y adquirir la disciplina escolar de estar atentos cuando no les interesa tanto lo que deben hacer. Lo preocupante es que estén tan hechos a la facilidad del atractivo de la pantalla, de la recompensa fácil del sonido, el movimiento y la emoción, que sean incapaces de postergar esa recompensa y leer una página inmóvil y sin imágenes o escuchar al profesor o un compañero cuando hablan. Lo que preocupa es que, cada vez hay menos niños capaces de hacer ese esfuerzo. No es que decidan no estar atentos, querrían estarlo, pero no pueden lograrlo… y no sufren por lo aburrido de la tarea, sino por la frustración de su impotencia. Un drama.
No se puede desligar el aprendizaje del esfuerzo, convirtiéndolo en una diversión permanente. Una parte importante del aprendizaje es precisamente aprender esa disciplina de manejar la propia capacidad de concentración. Yo creo que es obvio, pero…]
Plano general del auditorio repleto de público. Habla Prensky en escena
«Muchos chicos dicen que cuando van al colegio y entran en el edificio, tienen que desacelerar, desconectar, y no se refieren a los aparatos que llevan consigo, sino a su cerebro. Quieren decir que pueden hacer cosas mucho más poderosas fuera del colegio que dentro. Llevan consigo herramientas muy potentes. Quieren que su educación les permita no sólo utilizar dichas herramientas, sino hacerlo de verdad.»
[En fin, no parece que, mientras la escuela se decide a cambiar radicalmente su propuesta, los chavales que asisten a ella estén tomando fuera grandes decisiones con el uso de esas poderosas herramientas. Más bien, vuelven cada día con sus partidas jugadas, sus pantallas pasadas, sus whatssaps enviados y recibidos, sus fotos subidas y bajadas, su ración enorme de tiempo perdido. No parece que, hoy por hoy, fuera de la escuela, la velocidad, la potencia y la conexión vayan más allá del entretenimiento y la distracción más elementales. Más bien es consolador pensar que la escuela constituye para ellos el último refugio en el que poder desconectar y desacelerar para recibir una propuesta cultural de pensamiento reflexivo. Un lugar en el que aún se les va a exigir escuchar, leer, escribir, analizar, distinguir, profundizar… en vez de seguir conectados al flujo incesante del surfing superficial.]
«Algo muy distinto de lo que escuchamos decir sobre qué es importante en educación (¿? sic). De verdad quieren decir que puedes influir en los resultados, es decir, que los niños puedan elegir a los ganadores de lo que en España llamáis Operación Triunfo. Pueden votar, saben que pueden hacerlo. Pueden influir en la política de un país, pueden hacer cambios, pueden hacer que las empresas cambien. Ahí va un consejo para vosotros y para vuestros estudiantes. Os recomiendo que desde hoy mismo los estudiantes inicien una campaña en Twitter para eliminar las corbatas. ¿Para qué queremos las corbatas? Yo no llevo. Son horrorosas. Molestan en el cuello. Iniciemos una campaña a ver si como sociedad podemos eliminar las corbatas. ¿Por qué no? Seguro que lo lograríamos»
Los planos generales, primeros planos y planos medios del público que se intercalan en este discurso son muy significativos. No hay sonrisas. No hay complicidad. Y hay muchas corbatas. Se palpa en el ambiente que el público no es tonto y que escucha ocultando cortésmente su estupor ante la “originalidad” de la rebeldía juvenil de semejante propuesta.
[No sé si es lo más importante que dijo Prensky. En todo caso, es lo que ha seleccionado el guionista de Punset como significativo, lo cual nos hace pensar que no hubo mucho más … Prensky vendiendo videojuegos y Punset vendiendo humo.]
Referencias:
Menos mal, Pepe, que además de saber perfectamente de lo que hablas, posees las virtudes de la paciencia y la tenacidad. Yo confieso mi flaqueo a estas alturas del evento deconstruido. Así que si pierdo profundidad o fuelle intelectual en mis comentarios, a ello se debe. Por otra parte, me tranquiliza ver que el personaje ya va perfectamente servido con los tuyos que, por cierto, suscribo íntegramente.
¡¡¡»… aprender a la vieja usanza»!!! Es una forma voluntaria de significar «un modo» que resulta de imposible aplicación a campo semántico alguno, es decir, una expresión que no significa nada. La «usanza» antigua ya fue usada, no puede reproducirse en el presente. El uso siempre sucede cuando se usa; «cuando» equivale a «en el tiempo», «en la ocasión», El uso actualiza al acto, y viceversa. No es posible «usar» las cosas del pasado ni del futuro. Por tanto, lo que interesadamente quiere establecer Prensky es una comparación que denigre al término explícito de la misma: el modo «a la», equivale al modo «como» (aprender como antaño) y prestigie al implícito, que representa él (y su karma): aprender como él postula (ahora ya y en el futuro ya). No cabe pedir una explicación cabal, una mera descripción, de qué cosa sean el viejo y el nuevo modo de aprender a los que él se refiere, mejor, de los que él se sirve, porque, sencillamente, a nada de ello se refiere. El vende y vende: «lo de ahora, que es lo de antes, la vieja usanza, no sirve, hace sufrir a los alumnos, a profesores y padres, un horror; lo de ahora que yo les cuento, que es el futuro, que ya es, es lo que funciona, lo que hace que los niños aprendan, todo bien. Se lo digo yo que soy experto en esto, ¿no ven la sala llena? (((((compren-me))))))».
El último párrafo de la transcripción: ….. «influir en los resultados»…. «ganadores de Operación Triunfo»….. «pueden votar, saben que pueden»….. «Twitter»…. «eliminar las corbatas»….. «a mí no me gustan»…. «lo lograríamos». No tengo palabras. Es que aún no puedo creerlo.
José Luis