La Wikipedia de las filtraciones (leaks, en inglés) creada en 2006 por el australiano Julian Assange de 39 años, ex hacker, periodista autodidacta, nativo digital, esta vez no ha filtrado, sino que ha dejado literalmente empapadas las principales y selectas cabeceras de la prensa mundial ―y por ende de los telediarios― con una inundación de documentos procedentes del interior de la inteligencia norteamericana.
La web especializada en hacer luz, encubre sus actividades, supuestamente por gajes del oficio, en la más completa oscuridad. Wikileaks se blinda en el secreto para revelar los secretos de los demás: su creador en paradero desconocido, durmiendo en un lugar distinto cada noche; una empresa sin trabajadores, sin fotocopiadoras, sin máquinas de café… sin trabajadores conocidos. Parece ser que viviendo de las «donaciones» que los simpatizantes y, sobre todo, los medios de comunicación a los que a su vez «dona» sus productos, le proporcionan.
El País, cubre su portada y ofrece tropecientas páginas al efecto; el presentador del telediario entorna los ojos y pone cara de ofrecernos la noticia del siglo cuando nos habla de las revelaciones de la web fontanera y… en vez de una noticia nos ofrecen un simple cotilleo.
Y es que, como dice Arcadi Espada hoy en su Diario, «el éxito de esta web revela la fragilidad actual del paradigma periodístico». Una vez más nos dan la información, pero no el conocimiento. La misión del periodismo, no es inundarnos de datos indiscriminados, sino la de ordenarlos, investigarlos y revelarnos su sentido. Por eso es imprescindible el periodista y por eso internet no puede sustituirlo. Los datos por sí solos no son nada.
Y además, el secreto. De nuevo Arcadi Espada: primero «Nadie sabe, […] lo que el ladrón dejó de llevarse» Y, además es fundamental saber que «el secreto no sólo sirve para exhibir la verdad de modo que pase inadvertida fuera del círculo privilegiado; el secreto también sirve para mentir, fiadas las mentiras a su propia condición oculta. […] Resulta sorprendente que el periodismo no aplique a las narraciones confidenciales los mismos protocolos que aplica a las públicas e identifique […] el secreto con la verdad». Y, finalmente, el hecho incontrovertible de «las múltiples ocasiones que, en círculos reservados, uno dice algo «porque yo sé que tú sabes que yo sé que tú sabes que yo sé».
Y el cierre de la columna como cierre también del post porque es difícil decirlo mejor: «Wikileaks espolvorea billones de letras sobre el escritorio del periodismo. Ok, […] Ahora habrá que recoger con paciencia las letras una a una, juntarlas y escribir algo con ellas. Sí, habrá que trabajar; pero será lo único que pueda y merezca leerse».
Utilicen la información de la web, pero, además, busquen intermediarios que le den sentido.
Varias cosas: ¿y si soy yo mismo el que ordena las letras y hago el ejercicio de hermeneútica necesario? ¿Por qué ha de ser el periodista? ¿Por qué no puedo hacerlo yo, con paciencia, leyendo, relacionando, interpretando, desde mi conciencia autónoma?
Este asunto de las filtraciones es muy interesante porque todas las descalificaciones (no hablo de Arcadi Espada sino de la administración norteamericana) han ido dirigidas al medio, al hecho de la difusión y no al contenido, lo cual no deja de ser falaz. Dicho de otra manera, argumente usted que son conversaciones privadas, que son datos subjetivos, etc, pero no descalifique a quien pone negro sobre blanco cuestiones, cuando menos, incómodas.
Al final, mi padre, a quien admiro profundamente, tiene razón, desde su escepticismo existencial: «todo es una mentira». En el fondo es lo mismo que decía Gracián: la cuatela ante un mundo en el que todo es apariencia.
Por el principio clásico de contradicción e identidad –que recoge y reformula Leibniz– sabemos que «una proposición y su negación no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido». De modo que si «todo es mentira» resulta imposible que «algo sea verdad» lo cual, por la teoría de los contrarios no es verdadero, pues la existencia de la mentira requiere la de la verdad.
Por cierto, la «apariencia» no determinada que lo aparente sea verdadero o falso.
Debemos aprender a navegar en los procelosos mares de las apariencias y creer –con optimismo– que podemos alcanzar «verdades». Y si el mundo miente ….. ¡allá él! ….. no tiremos la toalla nunca.
Los periodistas ordenan los comentarios los estudían y exponen.
Los ciudadanos de a pié comentan lo que creen o quieren haber entendidoen ellos. La verdad nadie saba dónde queda
Nada es verdad ni es mentira todo es según el color con el que se mira.Bonito refrán que se ajusta muy bien a nuestra reflexión, a nuestra relación con la prensa y con la vida.Os invito a iterpretar el arco iris, no a olvidarnos de él, dada su complejidad, a encontrar un color que universalice LA VERDAD quoniam
Aunque la gestión, origen, clasificación y cesión de los datos es lo suficientemente oscura como para desconfiar, no creo que deba descalificarse a Wikileaks, al menos todavía. Me parece valioso que exista la posibilidad de acceder a enormes cantidades de información a través de la red. E incluso que esta rompa ciertos muros tradicionales de información.
Pero, como siempre, lo ingenuo es confundir la masa con el pan. Extasiarse ante cualquier cosa que venga de la Red con marchamo de pirateo, etc… Como dice la expresiva imagen del post, beber de internet es como intentar hacerlo del chorro de un hidrante de bomberos.
Creo firmemente que una persona puede formarse sin ir al colegio nunca, pero el colegio facilita (o debe facilitar)las cosas.
Creo que la tarea del buen periodismo es insustituible e imprescindible. Siempre lo fue, pero ahora más que nunca porque el chorro cada vez es más grande.
A QUNIAM:
Aceptando tu invitación, interpreto al ROJO como el color que mejor simboliza universalmente la VERDAD. Hablo de la verdad ontológica, de la que se refiere a nuestro ser.
El rojo nos remite al color de la sangre que es fluido preciso para la vida, y también a la entrega de la propia sangre (al sacrificio) para así dar vida a los demás, de modo que tal acto es sólo un acto de AMOR, y no conocemos mayor verdad (misteriosa, eso sí) que la verdad universal del amor.
Por otra parte. el color adecuado del cristal para «mirar» esa verdad y verla según es, sería el BLANCO ( que no es si no la suma de TODOS los colores presentes en el arco iris) si existiera físicamente como tal. Lo que llamamos convecionalmente «luz blanca» no es si no luz TRANSPARENTE, es decir, aquella que permite ver las cosas como son. Por eso, al color «blanco» (el color transparente no puede materializarse) simboliza la PUREZA, y, en el caso que nos ocupa, la pureza de la mirada.
Para ver la verdad, «el color del cristal con que se mira» conviene que sea blanco, transparente, puro.