Quiero estar conectado. La interactividad  de la Red no hace sino amplificar el efecto adictivo fomentando la repetición de pequeñas acciones que se ponen en marcha con un levísimo movimiento de mi dedo índice sobre el botón izquierdo del ratón. Queremos volver a ver si alguien nos escucha, si alguien nos lee, si alguien nos acaricia con un clic afectivo. ¿Hay alguien ahí? No estoy solo.
 

Un hiperenlace coloreado aparece ante mí. Un botón que parpadea reclama mi atención. Una ventana emergente me propone un pequeño reto, me hace una pregunta, me ofrece alternativas. Son puertas cerradas que sé que puedo abrir, asomarme y mirar. Sé que tras el clic está el premio de la aparición de algo nuevo. La pantalla es la tapa de una caja de sorpresas que abro no para pensar, sino sobre todo para ver si me piensan. La pantalla, como una muñeca rusa es el acceso a una infinita cantidad de pantallas sucesivas que esperan para ser abiertas. Navegar.

 

«La Red proporciona también un sistema de alta velocidad  de respuestas y recompensas –refuerzos positivos en términos psicológicos- que fomentan la repetición de acciones. Cada pulsación se ve recompensada con algo nuevo que mirar: búsquedas en Google, respuestas a nuestros correos, más amigos o más comentarios en Facebook,  más seguidores en Twitter, más comentarios en el Blog… Nos convertimos en cobayas de laboratorio que accionan constantemente palancas a cambio de migajas de reconocimiento social o intelectual. De una manera u otra, nuestra posición social siempre está en juego, en riesgo. Esta conciencia –este miedo-  magnifica la intensidad con la que nos involucramos en la Red convirtiéndonos en adolescentes que tienen un tremendo interés por saber de las vidas de sus pares y una tremenda ansiedad ante la perspectiva de quedarse descolgados del grupo».

 

Clic, campanilla, hueso, saliva… Paulov. Y el tiempo pasa. Pero hay que estar.

 

Podéis encontrar la reseña completa de Superficiales, ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? de Nicholas Carr,  arriba en la página pensar los medios