Finalizamos aquí la serie de post dedicados a Baricco y sus Bárbaros. Y lo hacemos con una recapitulación. A estas alturas, habría que buscar otra denominación más ajustada para nombrar a los simpáticos bárbaros de Baricco que evoque no la idea de lucha y fuerza, de fuera a dentro, sino la idea de una debilidad, de un virus, un cáncer, una gangrena que se extiende no de fuera a dentro sino de dentro a fuera, y que va convirtiendo en Zombi todo lo que toca y cuyos síntomas serían estos:
* Una innovación tecnológica que rompe con los privilegios de una casta, abriendo la posibilidad de un gesto a una población nueva.
A pesar de su aparente obviedad, no estoy seguro de que este sea un rasgo típico. ―De hecho, en este mismo capítulo, Baricco admite que en la aldea del libro no existe innovación alguna―. Creo que quizá esté mezclando campos distintos de la sociología y de la historia
* El éxtasis –mejor explotación- comercial que va a poblar ese gigantesco ensanchamiento de los campos de juego.
El comercio se adapta a lo que sea: hay que vender y lo bárbaro vende.
* El valor de la espectacularidad, como único valor intocable.
Absolutamente de acuerdo
* La adopción de una lengua moderna como lengua base de toda experiencia, como condición previa para todo acontecimiento.
Impreciso también: quizá se refiera a un código común hecho de elementos televisables, es decir, a una lengua sin lengua, un código en el que sólo existe lo visualizable y en el que la imagen sustituye a la palabra.
* La simplificación, la superficialidad, la velocidad, la medianía
¿La mediocridad? Completamente de acuerdo, sin paliativos
* El pacífico acomodo a la ideología del imperio americano.
Más bien podría ser que el Imperio, desde lo comercial, se adapta rápidamente al barbarismo y no al revés. El Imperio engulle todo aquello que alcanza a una masa susceptible de consumirlo: desde la figura del Che hasta la Coca-Cola.
* El laicismo instintivo, que pulveriza lo sagrado en una miríada de intensidades más leves y prosaicas.
También de acuerdo. La manifestación más nefasta del virus.
* La sorprendente idea de que algo, cualquier cosa, tenga sentido e importancia únicamente si consigue enmarcarse en una secuencia más amplia de experiencias.
No sé si será sorprendente, pero sí que es todavía inexplicable y poco clara la idea de secuencia. Como en el caso de la “lengua común” de la que habla más arriba, esta secuencia más amplia no puede ser otra cosa que el hecho de que para el bárbaro sólo son visibles las cosas a las que los medios han dado visibilidad. Todas comparten ese rasgo común.
Y hemos terminado. Sólo me queda animar a los lectores de Baricco a enviarme el resultado de su lectura crítica para enriquecer este largo análisis. Además, vamos a ir publicando de aquí en adelante lo que hemos dado en llamar Barbarismos: ejemplos vivos que identifican la barbarie.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.
Por no quedarme callado, más que otra cosa.
«Laicismo» e «instintivo» …. ¿? No sé, la fisiología de los instintos está impresa en el genoma común de la especie: cada especie sus instintos. La humana, y para lo que hablamos, encierra un claro instinto de supervivencia, que a su vez encierra el del «miedo». Pero el «laicismo instintivo»….. ¿No será este «laicismo» -el del libro- más que «instintivo», un a modo de «reflejo condicionado» adquirido por los bárbaros para no «tener miedo». A fin de cuentas, si lo que sea es generalizado, parece que ofrece protección ¿no?
¿No seremos -en la medida que bárbaros- como los perritos de Paulov, el resultado de una epistemología, insospechada, del capitalismo?
En esta época de crisis, la TV nos cuenta sólo que en 1929 sucedió la gran depresión económica de norteamérica y «se salió» -para que no tengamos miedo-, pero no se nos explica que ésa depresión arrastró sus efectos a toda Europa, que ésta y aquélla quedaron en quiebra y paro laboral durante largos años -hasta finales de la segunda guerra mundial: casi 15 años- y ello fue el factor del crecimiento de los fascismos: los pueblos, hambrientos y desposeídos, buscaron y dieron su confianza a «hombres mesiánicos» y de ellos esperaron la salvación. Todo esto nos habla de la necesidad de que los Estados, tengan poder para regular y normar la economía de libre mercado, porque hoy, mirando la historia, ya sabemos sin la menor duda, que el dinero no tiene naturaleza humana, y los que lo manejan parecen perderla al hacerlo.
Este preámbulo quiero que sirva para acotar los términos sociológicos del bárbaro baricciano: La sociedad es mutada sólo a través de la función económica a que es obligada para su propia supervivencia: el consumo. Pero el consumo de bienes supérfluos y ostensorios. El ejercicio de su función de consumidor, desestructura la individualidad personal, el peculiar modo de ser persona. El vacío de sentido como el dolor que sufre, es colosal, insoportable, por ello asume su condena,realimentando
el gesto socializador por excelencia: el consumo. Se ha estudiado cómo el hombre actual, se adentra en las las lonjas del consumo moderno -grandes superficies comerciales- aunque no pueda o no tenga intención de comprar nada, sólo …….. por estar en contacto con personas y participar en las sinergias del sentido moderno de la existencia: el gesto de consumir.
Por eso Pepe es el profeta de nuestros días, que anuncia nuestra posible autoconsumición, si no atendemos su profecía. ¡Tomémosle en serio!
Un saludo a todos. José Luis.