Después de tirar la piedra del alma al centro, se producen dos ondas concéntricas en el discurso de Baricco: esfuerzo y experiencia. Perdida el alma, el esfuerzo desaparece como valor; la experiencia sin el esfuerzo, se diluye en la confusa nada.

Seguimos llamándola alma, o la perseguimos dando vueltas en torno al término espiritualidad, cuando lo que pretendemos es transmitir la idea de que el hombre es capaz de una tensión que lo empuja más allá de la superficie del mundo y de sí mismo, a un territorio donde aún no se ha desplegado la omnipotencia divina, sino que simplemente respira el sentido profundo y laico de las cosas, con la naturalidad con que cantan los pájaros o fluyen los ríos, siguiendo un diseño que tal vez de verdad provenga de una bondad superior, aunque es más probable que surja de la grandeza del ánimo humano, que con paciencia, esfuerzo inteligencia y gusto lleva a término, por así decirlo, el noble deber de una primera creación que para los laicos será la única, y para los religiosos, por el contrario, será el regazo para el encuentro final con la revelación. (pág. 141)

¿Qué hay en el alma que les asusta, que les repele, como si en vez de un lugar de vida fuera un lugar de muerte?

El acceso al sentido profundo de las cosas presuponía esfuerzo: tiempo, erudición, paciencia, aplicación, voluntad. … ir al fondo, excavando en la superficie pétrea del mundo. (pág. 142)

Como nos enseña la música clásica, sin esfuerzo no hay premio, y sin profundidad no hay alma.

Las cosas estarían bien incluso así, pero el hecho es que a estas alturas la desproporción entre el nivel de profundidad que hay que alcanzar y la cantidad de sentido que puede obtenerse se ha vuelto clamorosamente absurda … (Pág. 144) En absoluto se ha vuelto clamorosamente absurda. La recompensa sigue siendo el ser persona. No hay otra forma. Lo que ocurre es que el esfuerzo ha quedado diluido en la distracción permanente de la pantalla, y en el estímulo constante de la zanahoria del consumo tras de la que el bárbaro gira y gira sin alcanzarla nunca

… en la escuela …. necesitan sentido, el simple sentido de la vida, e incluso están dispuestos a admitir que Dante, pongamos, podría proporcionárselo: pero si el camino que tienen que hacer es tan largo, y tan cansado, y resulta tan poco acorde en relación con sus aptitudes, ¿quién les asegura que no van a morir por el camino, sin llegar nunca a la meta, víctimas de una presunción que es nuestra, no suya? ¿Por qué no han de buscarse un sistema para encontrar oxígeno antes y de un modo que concuerde mejor con su manera de ser? Porque no hay otro camino para encontrar el sentido que dotarles de los instrumentos que, por ejemplo, permiten a Baricco escribir este libro, después de pensarlo. No hay oxígeno en la nada. En la nada hay vacío.

…no se trata de un problema de esfuerzo, de miedo al esfuerzo, de comodidad … antes el acceso al corazón de las cosas era una cuestión de placer, de intensidad de vida, de emoción …¿no sería justo reivindicar un tipo de esfuerzo que fuera placentero…?

¿La escuela divertida que critica Postman? ¿La educación a través del deseo que propone Farres?…

Así es como los bárbaros se han inventado al hombre horizontal. (Pág. 145)

[Para] el surfista [que también se esfuerza, pero le gusta] … es un esfuerzo fácil.

Es una forma de superar la acepción burguesa, decimonónica y romántica [de la idea de esfuerzo]… por caminos … inescrutables (Pág. 146)

Muy inescrutables… Porque si ya no vale la pena esforzarse para comprender un cuadro, leer un libro o escuchar a Beethoven, tampoco, supongo, valdrá para ser cirujano o ingeniero, así que cuando se nos acaben los cirujanos e ingenieros que proceden del sentido decimonónico del esfuerzo, apaga y vámonos todos a surfear.

Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.