Además de a Baricco, hemos leído otras cosas que queremos compartir aquí. Comenzamos con el libro de Gérard Imbert, El transformismo televisivo, Postelevisión e imaginarios sociales, publicado en Cátedra, colección Signo e imagen, nº 114, Madrid, 2008, y del que vamos a desgranar en algunas de sus reflexiones sobre el medio televisivo.

En esta primera entrega, Imbert pone de manifiesto la dificultad intelectual de analizar y comprender el fenómeno televisivo, e incide en el EMPACHO DEL VER como uno de sus rasgos característicos. Nos recuerda aquella definición insuperable de Joan Brossa: «La televisión es el chicle de los ojos«

«La televisión … engendra relatos: …fragmentados, de narratividad no lineal ni cerrada, en ruptura con el principio de clausura textual y de autoría. [que] reflejan una representación del mundo basada en el exceso, una inflación de las formas, de corte neobarroco, proclive a la deformación, que deriva cada vez más hacia un concepto del entretenimiento que cae a menudo en lo grotesco y contribuye a determinar unos peculiares modos de sentir.

[construye] modelos:… de realidad, de identidad y de comportamientos. … «la televisión ya no es tan sólo un “espejo del mundo”, sino también un ejemplo, un canon de cómo “es” el mundo y de cómo hay que “estar” en el mundo» (pág. 12)

Difícil de definir

La televisión es sin duda uno de los objetos mediáticos más difíciles de «captar», de fijar en una «instantánea» y de estudiar como discurso (al contrario que el discurso cinematográfico o publicitario) porque es un objeto inestable, …mutante

Se define por su carácter abierto, sin autoría (o de autoría difusa y mediada) (Pág. 37)

La ética del instante y el ver por encima de todo.

… fomenta «una ética del instante», en la que «la realidad es un cúmulo de pequeños reales, especie de situacionismo generalizado hecho de sinceridades sucesivas que desembocan en una forma barroca en la que lo eclético cobra cuerpo»: una suerte de presentismo que es congelación del tiempo, paralización de la visión y de la percepción natural, se complace en el fragmento, la mostración, la prevalencia del espacio (lo espectacular) sobre el tiempo (lo histórico) (pág. 19)

(respecto del fin de la historia que pregonan algunos) Si la historia muere, por lo menos en términos imaginarios, es porque ya no tiene ni pasado ni futuro, porque se estanca en un presente permanentemente reconducido ―el de la actualidad, del directo, del live― y lo real pierde consistencia, se descontextualiza, se reduce a lo novedoso. (pág. 100)»

Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.