Desde la aparición de las privadas, las encuestas y los audímetros han dado a La2 resultados de audiencia completamente residuales. La2 ha sido esa televisión que en las encuestas todos ven y que los audímetros no registran. Los «documentalesdela2» eran el refugio de los hipócritas o el somnífero de sobremesa de los que decían no ver la televisión. La2 era ese juguete didáctico plúmbeo y aburrido con el que nadie quería jugar, ese producto realmente público sin público realmente relevante… En La 2 no había pelotazos, no había morbo, no había prime time, no había audiencias. Por no haber, hasta la publicidad huía de la 2 o su presencia atenuada era mucho más llevadera por racional. La2 no salía en la foto.
Lo más curioso es que a ese juego ―tópico y por eso, mentiroso― terminamos jugando todos de modo que para los periodistas y críticos, para los directivos y programadores de las otras cadenas, para las Asociaciones de Usuarios, para los mismos directivos de RTVE y hasta para sus propios seguidores La2 ha sido una cadena inexistente simplemente porque no ha existido realmente para el mercado. Una vez más el número, las audiencias, se convertían en categoría para clasificar y aislar del éxito a esa parrilla destinada a inmensas minorías que, sin embargo, no producían los millones de beneficios necesarios para catalogar de éxito a un producto mediático.
Y, sin embargo, mientras todos andábamos enfangados en números, en resultados, en escándalos, en discusiones y en ruido en torno a las parrillas; mientras todo el barullo mediático tenía lugar ahí fuera, cantidades ingentes de buenos productos audiovisuales se han refugiado en La2 a lo largo de los últimos treinta años protegidos de ese torbellino enfurecido del consumo audiovisual. Experimentos innovadores y arriesgados en medio de la continua copia de formatos de éxito generalistas, debates dialogados y serenos en medio del griterío histérico del resto de los platós, información tiempo e imágenes para aquellos aspectos de la realidad expulsados de la televisión, voz para las minorías sin voz, algunas series malditas para el prime time, ópera, teatro, conciertos y, por supuesto, los documentalesdela2 espléndidos en su mayoría.
Y sigue ofreciéndonos continuamente joyas de gran calidad (véanse ―nunca mejor dicho― los incombustibles Documentos TV, Conciertos de Radio3, La Aventura del Saber o Saber y Ganar…; los interesantísimos Días de Cine, Redes, Miradas 2…; el novísimo original y dinámico Nube de Tags; los culturales la Mitad Invisible, La Casa Encendida, Metrópolis o Zzz
Aún hoy, en medio de la oferta de la TDT y a pesar de los tópicos o, mejor, fuera de ellos, siempre nos quedará la 2.
Si no fuera por La2!!! La verdad es que es una cadena estupenda y que su desaparición sería un verdadero drama nacional. Yo la potenciaría desde el propio ente y, por otra parte, sería estupendo que la tomaran como ejemplo otras cadenas. Si no por los contenidos, sí por el interés de las programciones y la elegancia en el tratamiento de los espectadores.
José Luis