(Séptima entrega de la síntesis del libro de la socióloga de Harvard, Shoshana Zuboff, un texto imprescindible para quien quiera entender  el mundo contemporáneo.

El 99’9% del texto que presentamos son palabras literales de la autora tal y como las escribe en su obra. Sin embargo, las hemos desplazado y reorganizado de acuerdo a nuestra comprensión del texto original sin señalar paginación alguna y con una serie de subrayados en negrita que igualmente son nuestros.  No obstante, al final de cada entrada tenéis el enlace a  la síntesis ordenada esta vez sí con las páginas y en el orden en el que Zuboff las presenta para que sea más fácil citarla.

Creo, por supuesto,  que merece la pena acceder al original y pido perdón a la autora por el tejemaneje al que hemos sometido su texto, pero esperamos que esta síntesis que presentamos pueda servir de aperitivo para abrir el apetito de la obra completa.

He aquí la séptima entrega. Más internet invasivo. En este caso los asistentes que introducimos irreflexivamente en nuestras vidas, en nuestros hogares, en nuestra cotidianeidad como un caballo de Troya que da una vuelta de tuerca más a esa vigilancia extractiva para beneficio de las grandes corporaciones tecnológicas y no tanto para el nuestro. Y  La Voz: la carrera por la captura de la conversación humana por parte de la inteligencia artificial…

«[La asistente] Cortana de Microsoft […] admite entradas de texto. Admite entradas de voz. Te conoce a fondo. Conoce tu contexto, a tu familia, tu trabajo. Conoce el mundo. No tiene límites. Dicho de otro modo: está centrada en ti […] Va allá donde tú vas. Está disponible en cualquier teléfono […] está disponible en todas las aplicaciones que vayas a usar en la vida» (Satya Nadella, Microsoft, presentándola en 2016)

Se trata de una nueva frontera que conquistar: tu vida interior –tus intenciones, necesidades, preferencias y deseos, estados de ánimo y emociones, tu personalidad, tu temperamento, tu sinceridad o tu falsedad–.

Esta invasión de las profundidades humanas por parte de las máquinas es algo que se impulsa bajo el estandarte de la personalización. «En lugar de hacerle preguntas a Google, Google debería saber qué quieres y decírtelo antes de que hagas la pregunta.» (Hal Varian) «Google tiene que saber mucho de ti y de tu entorno para proporcionar estos servicios. Esto es algo que preocupa a algunas personas».  Pero «Ya no se puede devolver el genio a la lámpara –insiste Varian–. Todo el mundo esperará que lo rastreen y lo monitoreen pues las ventajas, en términos de comodidad, seguridad y servicios, serán tan grandes […] que el monitoreo continuo se convertirá en la norma» «¿Por qué estoy dispuesto a compartir toda esta información privada con médicos, abogados o contables? Porque obtengo algo a cambio. Estos asistentes digitales serán tan útiles que todo el mundo querrá tener el suyo» y no tendrán ningún inconveniente en darles toda la información precisa para su funcionamiento.

«Google va a saber cuándo sale mi vuelo, si ya me ha llegado el paquete que encargué, dónde está mi mujer y cuánto va a tardar en llegar a casa esta tarde. […] Desde luego, Google conoce todo eso» El asistente digital personal se nos revela así como un avatar más del mercado, otro caballo de Troya en el que la determinación por la rendición-conversión-monetización de nuestras vidas se oculta tras el velo de la asistencia y se adorna con la mística de la personalización.

Y está la voz. Hay ya una carrera por la palabra hablada, por un reconocimiento de voz fiable para esa nueva cosecha de asistentes digitales personales. La comunicación es el primer placer humano y una interfaz conversacional tiene un valor especial por la facilidad sin fricciones con la que una simple emisión de voz puede provocar una acción, especialmente si se trata de una acción mercantil. En una conversación mantenida con un objeto digital, a diferencia de la que mantenemos en una tienda, las palabras pueden surgir sobre la marcha, sin tanta fricción. «Hágase la luz». «Háganse unas nuevas zapatillas de correr». ¿Qué podría ser más encantador para nosotros que hacer que las cosas sean como queremos solo con decirlas? Nos cuenta un directivo de Amazon: «lo fantástico del negocio de dispositivos asistentes de Amazon es que, cuando vendemos uno de ellos, por lo general, la gente compra más ropa vaquera. Y más vestidos negros, Y zapatos. Y eso es bueno».

Un módulo de ejecución, una nueva interfaz que genera una sensación de dominio cuando, en realidad, lo que hacemos es entregárselo a él.  Convierte nuestra habla en conducta excedentaria por dos vías. La primera es la que se deriva de lo que decimos, la segunda, de cómo lo decimos. Cuanto más nos apetezca recurrir al aparato como confidente, más experiencia dejaremos que convierta y se le transfiera.

La voz que se haga con la posesión de dominio, «La Voz», será el coloso de los conductos transportadores del excedente conductual y gozará de una ventaja competitiva potencialmente insuperable. «Amazon, Apple, Microsoft y la china Baidu se han lanzado a una caza mundial de terabytes de habla humana. Microsoft ha instalado apartamentos simulados en ciudades de todo el planeta para grabar en ellos a voluntarios hablando en un entorno doméstico» (Bloomberg Businessweek). En 2015 un grupo de activistas por la privacidad descubrieron que los televisores inteligentes de Samsung en connivencia con Google a través de Nest eran en realidad demasiado smart, pues grababan todo lo que se decía en su entorno próximo. Los juguetes que se han convertido ahora en juguetes que espían comercializados por Genesis Toys: muñecas, muñecos y robots de juguete interactivos que han sometido a esas niñas y niños y a los teléfonos inteligentes de sus padres a una vigilancia continua. O el caso de Mattel con sus juguetes interactivos que incorporan inteligencia de máquinas y conexión a internet como la nueva muñeca Barbie conversacional y su nueva casa de los Sueños.

O Amazon y su asistente de aprendizaje automático Alexa con su línea en expansión de puntos de conexión Echo y altavoces Dot y que, en 2018, había firmado ya acuerdos con algunos promotores de viviendas para que estos instalaran sus altavoces directamente en los techos de esos nuevos hogares, así como dispositivos Echo y cerraduras, interruptores, sistemas de seguridad, timbres y termostatos activables mediante Alexa.

La omnipresencia de la Voz cambia muchas cosas. La intimidad tal como la conocíamos corre peligro, puede que de extinción, incluso. La soledad es borrada del mapa. Los niños aprenderán primero que no hay límites entre su yo individual y el mercado. Más adelante, se preguntarán cómo pudo haber una época anterior en la que la cosas no eran así.

Una carrera por acaparar todo lo que se dice y lo que se habla como precondición requerida para alcanzar el privilegiado estatus de ser la Voz. Un giro desde la fabricación de grandes productos para nosotros hacia la recopilación de grandes datos sobre nosotros. Hubo un tiempo en que éramos nosotros quienes buscábamos en Google; ahora es Google la que busca en nosotros. Y La personalización es una vez más, el eufemismo que abandera a esta generación de productos predictivos manufacturados con la materia prima del yo personal. Del rastreo web al rastreo de la realidad, primero; y al rastreo de la vida, después, para llegar finalmente al rastreo del yo.

Referencias
 Síntesis completa de La Era del Capitalismo de la Vigilancia ordenada y paginada

La era del capitalismo de la vigilancia en Casa del Libro