He ojeado en Jano (nº 1760 mayo 2010) las conclusiones de un estudio llamado «Hábitos de la salud sexual de la población española» y aunque se trata de una serie de datos obtenidos a base de encuestas ―y ya se sabe que la encuesta es uno de los métodos más frecuentes de obtener datos cuestionables y construir imaginarios sociales virtuales, sobre todo en torno al sexo― me han llamado la atención algunos de sus resultados.
El informe de una encuesta realizada a más (sic) de 3000 varones y mujeres de 25 a 70 años de toda España, revela por ejemplo que:
- en general, estamos bastante satisfechos con nuestra vida sexual
- a una mayoría de españoles, el sexo les interesa más bien poco (a un 77% de los catalanes muy poco)
- más varones que mujeres consideran que el sexo ocupa un lugar relevante en su vida.
- entre los problemas más graves que se citan están por este orden: la falta de deseo, la rutina, la falta de tiempo y la impotencia.
Mientras tanto, en las imágenes publicitarias, en la moda, en las series, en el cine, en Internet, en todo el espectro visual del Medioambiente simbólico, el sexo ocupa un lugar de una relevancia inusitada como elemento básico para estimular el consumo.
Es un mundo hipersexualizado en el que la libido inunda el medioambiente simbólico de signos cargados de referencias eróticas y, sin embargo, según las encuestas, parece que los adultos españoles tienen el sexo más o menos situado en el lugar que le corresponde (¿el sexto?) sin que el mundo virtual les moleste demasiado. ¿Mienten las encuestas? ¿Mienten los encuestados?
Me temo que en la franja de edad de veinticinco para abajo, las cosas no sean tan sencillas y que si antes el enemigo de una integración equilibrada del sexo en la sexualidad global de la persona adolescente era el tabú sexual, hoy el gran obstáculo lo constituye el hipersexualismo de la sociedad de las pantallas.
Desde luego, los números, que son los hechos, van por otro lado. Veamos sólo cuatro muestras: el número de embarazos adolescentes que sigue aumentando; el número de abortos que no deja de aumentar; las cifras del mercado de la pornografía audiovisual; el número de veces que la palabra sexo se coloca en la barra de Google. Será que ya hay dos sexos: el de verdad y el virtual.
Utilicen las pantallas, no las consuman o serán consumidos por ellas.
De alguna manera es la reacción natural:
Ante el sexo vivido como tabú (y hasta como algo condenable si no se dan las circunstancias x, y, z) se despierta un gran interés por el mismo.
Ante el sexo vivido como una actividad hipermoderna, hiperreclamada, hipersana, hiperpublicitada e hiperpresente, la gente se desinteresa y hasta se «acojona» algo por el mismo.
Porque la persona quiere ser siempre ella misma. Y nunca le gustará ser como le digan que debe de ser.
José Luis.
¿Habéis visto»La naranja mecánica»?
A veces tengo la sensación de que a los jóvenes (y a todos los demás) nos estan sometiendo desde los medios al mismo tratamiento que al protagonista.
Sí vi «La naranja …» pero ya no me acuerdo de nada. En cuanto vuelva a ZGZ la veré de nuevo porque me parece interesante lo que apunta Amanda.