Si ayer hablábamos de ‘sexo’, aunque sólo sea por asociación, hablaremos hoy de violencia.
Dedicamos un post anterior a hablar de la violencia televisiva como de la violencia débil que en vez de provocar en nosotros rechazo o compasión verdaderos nos lleva a la insensibilidad, al engaño, a la indiferencia o a la costumbre.
Frente a la violencia televisiva, igual que frente al sexo audiovisual, solemos elaborar, casi sin querer, un juicio moral. Sin embargo, lo malo de la televisión no es no es que sea violenta; ni tampoco es violenta porque sea mala. La televisión es, por definición, espectacular y por eso es esencialmente violenta y por eso es mala. Lo es como parte del espectáculo visual que construye para hacerse atractiva llenándonos el ojo. La violencia no es una parte de la televisión sino que está en el espectáculo que es toda televisión.
En aquel post anterior, hablaba de la violencia explícita de la ficción en forma de películas, series, dibujos… que es la violencia más vistosa. También la que más preocupa precisamente porque es la que más se ve. Sin embargo, no es la más importante desde el punto de vista educativo y moral precisamente por su obviedad. Desde muy pequeños, los telespectadores aprenden a valorarla distinguiéndola de la real y es difícil que lleve directamente a la imitación salvo casos patológicos. Sin embargo, sí es nociva y mucho su reiteración, su omnipresencia, su saturación, porque educa la sensibilidad en una dirección ética equivocada ya que enseña que la resolución de los conflictos se establece no por el diálogo, el consenso, la renuncia, la generosidad y la paciencia, como en la vida, sino siempre a través del grito más agudo, de la solución más directa o más fácil del puñetazo, del insulto o del disparo. Es decir, simplifica sistemáticamente la complejidad y la riqueza de los conflictos reales y verdaderamente humanos. Es también insana porque su abundancia le quita el valor catártico que podría tener bien dosificada y acaba insensibilizando al espectador frente a la violencia real.
Hay más. Pero será para mañana.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.