La vuelta a la segunda guerra mundial de Steven Spielberg y Tom Hanks se puede resumir en la frase de un taxista al soldado Robert Leckie justo en su vuelta a casa: “Al menos yo he tenido la posibilidad de divertirme en Londres y en París. Ustedes tan sólo han tenido mierda de la jungla y malaria”.
Pacífico se desprende de todo el triunfalismo y la épica de Hermanos de sangre y revive la Guerra del Pacífico desde un punto de vista mucho más humano y desalentador. Poca esperanza surge de la victoria americana sobre Japón, de hecho se resume en una magnífica elipsis y una lejana noticia de que han bombardeado con un arma especial dos ciudades niponas.

Spielberg, Hanks y Ambrose (otra vez) ofrecen al espectador una inconexa suma de historias y memorias de soldados estadounidenses en las diferentes batallas por el Océano Pacífico. En esta mini serie de diez episodios no se busca trazar una línea recta de la victoria, sino los borrones de unos hombres que dejaron su alma (de forma literal) en las calurosas y apestosas islas orientales.

Existe poca presencia de los filmes de Clint Eastwood, Banderas de nuestros padres ( 2006) y Cartas de Iwo Jima (2006), y mucha desesperanza marcada por la actual crisis que vivimos. Los héroes dejan de serlo para convertirse en simples peones de una maquinaria cuyo fin no es tan auto-liberador como aparecía en Hermanos de sangre. Los soldados vuelven y no pueden vivir en su nueva situación, marcados por una huella que tan sólo puede solucionarse de una manera: tiempo.
La metáfora histórica que nos presentan Spielberg y Hanks ha batido todos los récords en cuanto a producción se refiere: un año de producción y más de 120 millones de dólares de inversión que se han materializado en una mini serie de corte intimista más preocupada por lo que piensan sus personajes que por cómo actúan.
La apuesta arriesgada de los productores ha tenido su primer éxito en la audiencia pero su mayor logro llegará más tarde al ser reconocida como la primera gran producción de “autor” de la historia de la televisión. Una contradicción evidente que debe animar al espectador a acercarse a esta mini serie que, de nuevo, nos enseña todas las posibilidades de una televisión de calidad.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.
                                                                                              (Reseña de Joseba Bonaut)