El consumo todo lo devalúa. También la ciencia. Eduardo Punset es un profesional de esa devaluación. Quizá por lo que todo consumo produce, o sea, el beneficio. Quizá por la trivialización que genera en todo lo que toca la pequeña pantalla. En cualquier caso, Punset, como todo lo que hoy es dado a conocer por la maquinaria mediática audiovisual, ya no es un hombre con una biografía. Es una marca. Y como toda marca, no escribe, no comunica, sino que produce. Sus libros, sus artículos, las entrevistas que concede, su propio programa Redes, su colaboración mensual con Buenafuente, su productora audiovisual, Smartplanet, son su merchandising. A la vez que su imagen ha ido engordando, su mensaje ha ido perdiendo densidad. Ambos, imagen y mensaje son populares.
Para muchos Punset es marca de garantía científica, de divulgación seria de contenidos complejos. Pero marca y ciencia difícilmente se pueden dar la mano. Si divulgar es facilitar el lenguaje de la ciencia para acercarla a la mayoría, Punset no divulga ciencia, sino que extiende por el medioambiente simbólico su propia ideología disfrazada de lenguaje científico. Frases como «el alma está en el cerebro», «Dios es cada vez más pequeño, la ciencia, cada vez más grande», «ninguna de tus neuronas sabe quién eres…ni le importa», o la tópica «yo he aprendido más de los animales que de los hombres»… destilan un cientifismo fisicista tan barato que mira a la humanidad y su exposición a los fenómenos tecnológicos y sociales como si estuviera examinando un zoo, y desde su atalaya mediática esparce a los cuatro vientos su ideología disfrazada de ciencia con su imagen de viejo y sabio Einstein moderno. Esa condición de marca mediática e ideológica es lo que me ha animado a dedicarle un par de entradas. Eso y un par de textos suyos en los que aborda de refilón las nuevas tecnologías.
Uno de ellos es su columna Excusas para no pensar en el XLSemanal del 30 de octubre, en la que contesta a una lectora sobre cómo será la vida cotidiana del futuro.
«Las cosas de ahora son más visibles que antaño», dice. Hay que suponer que se refiere al predominio de la imagen en la cultura contemporánea. No lo aclara, pero luego lo apuntala con esta anécdota personal «Acabo de ver un vídeo de un niño de ocho meses que ha aprendido a pulsar su índice para ver pasar un dibujo tras otro en el iPad; el mismo niño tiraba literalmente al vacío una revista después de haber apretado inútilmente con el índice la página elegida para que le salieran otras.» Es un vídeo muy visitado en Youtube en el que los optimistas integrados en el mundo digital han puesto muchas esperanzas: “¡fijaos, un bebé y ya sabe poner un dedo en una pantalla mientras que pasar las hojas de una revista le es mucho más costoso… ¡qué revolución!” A Punset también le parece muy significativo. Si lo hubiera hecho un chimpancé —seguro que ya se lo están enseñando— aún le gustaría más y constituiría una prueba de la enorme proximidad de esta especia a la humana. Efectivamente, hoy las cosas son más visibles, es decir, sólo son visibles y, por eso, gran parte de lo invisible -lamentablemente- ha dejado de verse.
Mañana, más, que no quiero aburriros.
Imposible aburrir con un tema jugoso y en el que cabe opinar.
Eduardo Punset tiene ese punto de seducción con el que capta la atención entorno a su persona y a los temas que toca.
Dentro de la trilogía del viaje a la felicidad-al amor-al poder de la mente ha sido, en el ‘viaje al amor’, donde reune muchos datos utilizando una perspectiva neurológica sobre como funciona el cerebro y como se realimenta el yo y su satisfacción. Interesante de verdad. En cambio, en el ‘viaje al poder de la mente’, sí que introduce muy forzadamente la solución a los males de la humanidad; según entendí el próximo paso en la evolución está en la clorofila dado que la ciencia un día podrá modificarnos genéticamente (¿!)
Estoy contigo en que hace un discurso cientifista buscando prescindir del Diseño como origen y del Amor como culminación.
Como has podido ver, su seducción no me alcanza. Por contra, la venta de ideas y su simplificación, me producen rechazo.
Pero quizá exagero porque me pasaba ya, aunque no del mismo modo, con Rodríguez de la Fuente, tan querido por todos, cuando por imperativos narrativos, le daba a los animales un perfil emocional prácticamente humano que, a la vez que cumplió sobradamente el objetivo de dárnoslos a conocer en su elemento y enseñarnos a respetarlos, falseó profundamente su naturaleza al «humanizarlos» exageradamente.
¿Será que soy muy sensible al equívoco o que realmente los equívocos son armas de ideologización masiva?
¿Punset?… ¡húmmm!
Me cae fatal, la verdad. Estoy muy de acuerdo con tu entrada. En consecuencia.
Su imagen más que su mensaje, puede resultar conocida, familiar, mediáticamente hablando, pero no le daría yo el honor de hacerles populares. Quiero pensar que el pueblo acrisola contenidos y saberes más ciertos y verdaderos (por cierto, siempre anónimos, huérfanos de imagen y marca). No debemos utilizar «popular» por famoso y mucho menos por afamado.
No sé, ni falta que me hace, cuál es la ideología del sr. Punset, pero sé clarísimamente contra qué va. Lo ha explicado Pepe estupendamente. Y en cuanto a si lo que él maneja es «ciencia» o divulgación científica….. ni lo uno ni lo otro. Este señor no tiene el menor predicamento en la comunidad científica internacional, ni como científico ni como divulgador. Es una pura y dura «badget bussines», una máquina de hacer dinero, en la que su «pose» intelectual y su aperiencia física han sido perfectamente diseñadas para la seducción. Vamos, que lo que dice, no se lo cree ni él, si acaso entiende lo que dice.
Lo de Rodríguez de La Fuente lo veo de otro modo. Él usa la «humanización» como mero recurso pedagógico. En los manuales de guionización de documentales, se pondera positivamente el hecho de poder «historiar» los contenidos. Y ése fue el éxito más genuino del malogrado Félix. Sin llegar a la dramatización, nos enseñó a entender la naturaleza haciéndola «actuar».
José Luis.
Puedes o no estar en desacuerdo con él, José Luis, pero quizá lo descalificas de manera excesiva. Desde luego tonto no es y tiene una excelente formación y una trayectoria biográfica muy completa.
No he querido hablar de lo que es (que no viene al caso) sino de lo que hace. Concretamente en su faceta de vender cultura, que es el motivo de la entrada. O dicho de otro modo, no he hablado de Eduardo Punset persona, sino de la marca de divulgación «científica» Punset.
No obstante, si he sido excesivo, lo que corresponde es pedir disculpas a quien haya podido molestar.
José Luis