El mundo publicitario suele ser el mundo del glamur, la fantasía y los fuegos artificiales. Pero hay empresas, generalmente instituciones, que acuden al creativo y le dicen: «¡Haznos miedo!» y entonces la fantasía se convierte en mal gusto, terror y fuegos fatuos. En la publicidad comercial, se trata de engatusar pulsando aquellas teclas de nuestro subconsciente relacionadas con la alegría, la unidad, la familia, el instinto sexual, el triunfo social, etc.… En la publicidad institucional del miedo se trata de golpear con nuestras pesadillas.

El cambio climático -¡cómo no!-, el maltrato a animales, mujeres y niños, el tabaco, el cuidado del planeta, la prostitución, las drogas, el Sida… son algunos de los temas que escogen el Apocalipsis del miedo para agitar conciencias.

Ambas mienten, ambas son manipuladoras, ambas son una forma de violencia, pero la del miedo tiene más delito porque, siendo igual de falsa, es profundamente deshumanizadora. Y, Sobre todo, no tiene en cuenta que desde la coacción del miedo ninguna decisión de conciencia es libre y de largo alcance, sino superficial y poco duradera.

En toda lucha por concienciar al hombre sobre la existencia de un problema, está la tentación de acudir al miedo como motor de cambio. Ojalá nosotros, que nos dedicamos al análisis delmedioambiente simbólico y sus amenazas para la libertad de los usuarios, no caigamos en ese pecado de la fácil alarma de publicitar el miedo.


Deja de consumir tu cuerpo

¿Cuando empezarás a reciclar? ¿Ahora?

La naturaleza no es reciclable

Publicidad de impacto


Otra publicidad institucional busca sacudir nuestra mirada con una bofetada visual que en ocasiones llega a ser violenta. Es de esas que deberían advertir al espectador que aquello que va a ver puede herir su sensibilidad. Lo haría si, precisamente, no quisiera precisamente eso: herirnos. Tampoco creo en su eficacia porque creo que lo que consigue con su herida es que volvamos la mirada hacia otra parte. Nos moviliza, pero nos dispersa porque no nos mueve en la dirección correcta, sino, a veces, hacia la dirección contraria. La repulsión, como el apocalipsis, no es ni siquiera memorable, porque nuestra memoria tiende a cauterizar la herida con el olvido.

Si tú no ayudas a alimentarlos, ¿quién lo hará?

No trates a los demás como no quieres que te traten a ti

¿Te preocuparías más si sucediera en tu propia puerta?

Más del 50% de los suicidios son cometidos por ancianos

No existe un drogadicto viejo. Recupera tu futuro.

Ciertas cosas quedan colgadas para siempre. Libera a los niños del abuso y la violencia

Vean publicidad, pero no la consuman o serán consumidos por ella