El lenguaje publicitario, que suele ser bastante políticamente correcto, en ocasiones brilla lúcidamente y define con precisión una verdad científica hoy frecuentemente obviada, es decir, escondida…, silenciada: somos lo que somos y venimos de donde venimos.
En los tiempos que corren, hay que agradecer tanta franqueza.
Que tiempos aquellos en los que los comentarios y explicaciones sobre la concepción, vida y el aborto de nuestro profe me sonaban lejanos, hoy día,pienso que : qué razón tenía en que no hay cosa más romántica y maravillosa en la vida que el traer un hijo al mundo y todo reclamo publicitario en el cual aparezca ,no puede ser malo…
Cómo pasa el tiempo, dios mio.
Itziar: entiende mi comentario como algo hecho con todo cariño:
«Maravilloso» es un calificativo ahistórico, acultural; pertenece a nuestra entidad ontológica que es, además de otras cosas, maravillosa siempre y en cualquier lugar. Por eso se manifiesta especialmente maravillosa la concepción y alumbramiento de un nuevo ser.
«Romántico», por el contrario, es un término histórico, cultural. No se conocía en el medievo y no sabemos si pervivirá en el futuro. Sin embargo, dar a luz un hijo siempre ha sido y será un hecho …… ¿romántico?
Entiendo que el lenguaje es la expresión en un tiempo dado (el de su uso) de la lengua y que esta es el instrumento por el que podemos ser. Pero, podemos ser con palabras de eternidad o con palabras de la historia. Así: bueno, bello, verdad, ¿no sustituyen con ventaja y mayor precisión a «romántico» para indicar lo «hermosamente sensible» que es traer un hijo al mundo?
Para que veas mi buena fe, yo soy «MUY romántico».
José Luis
Gracias anónimo, procuraré usar de mejor modo mi humilde vocabulario. Un abrazo.
De verdad de la buena, Itziar, que no he querido dar a entender que no usas bien el vocabulario (y muchísimo menos que sea «humilde» en el sentido de escaso). Te he entendido perfectamente al decir que dar a luz es la cosa más maravillosa y romántica. Tampoco sería yo quien para escribir sobre cómo de bien o de mal escriben los demás, ni lo pretendo, que ya me gustaría a mí escribir bien de verdad.
José Luis
José Luis