Izaskun Tiene una pregunta para usted, Sr. Presidente: ¿por qué no hay más trabajadores con síndrome de Down en el Congreso de los Diputados?
«El aborto hace caer el síndrome de down», diario EL PAÍS ,19 de mayo de 2008
Véase también:
Izaskun Tiene una pregunta para usted, Sr. Presidente: ¿por qué no hay más trabajadores con síndrome de Down en el Congreso de los Diputados?
«El aborto hace caer el síndrome de down», diario EL PAÍS ,19 de mayo de 2008
Véase también:
El «progreso» determina hoy en España que despojar de la vida a seres humanos (porque lechugas no son, ni tampoco infra, sub, minus, cuasi, protopersonas) si éstos pudieran molestar a sus progenitores por nacer diferentes a los demás -¿a quiénes demás?- y demás supuestos previstos, es un signo de, por ejemplo, mayor calidad de vida de éstas desgraciadas personas -los padres- y, si lo dicen los políticos habrá que pensar que es también la sociedad la que queda favorecida. ¿Porque de la sociedad se ocupan los poíticos, no? En el colmo de su ternura y su respeto por la vida humana -de calidad- nos cuentan que el nuevo Down, iba a sufrir mucho por sentirse distinto, discriminado, una carga emotivamente insoportable para los padres, etc, etc. Y aún más, en el colmo del cinismo, les oímos a través de sus voceros del papel-prensa, radios y televisiones, decir que éste es un asunto muy delicado que compete a los padres y sólo a ellos, que como tales pueden decidir, -rapidito mejor, en un minuto o dos… ¿para qué más tiempo?- lo que mejor se ajuste a sus deseos o a sus posibilidades.
¿Habrán mirado alguna vez estos cafres, sus almas de ángel que éstos niños regalan a quien les mira con amor?
El controvertido Sánchez Dragó, defendió con vehemencia en un debate televisivo, allende los tiempos, que en lo relativo a la disposición de la vida humana por el propio hombre, ahí se plantaba con un rotundo no: «Esa es la línea que una vez pasada, la sociedad se va al garete», dijo poco más o menos.
Por fortuna, las muchas personas de cualquier edad que tienen síndrome de Down, viven felicísimas y ajenas a las subnormalidades disfracadas de «progreso» que nos ha tocado oír, día sí, día también, a los que no pensamos como ellos. Y sé de que hablo. Yo sólo les digo a los padres temblantes que deciden «acabar con su problema» que no saben lo que se pierden, y a los padres valientes que, con sacrificio, han visto que la calidad de vida se encontraba en otras leyes, ¡felicidades!
La regulación legal de la interrupción de la vida en cualquier momento de la ésta, nos implica a todos. Tenemos que ser valientes y decirles eficazmente que nos están mintiendo: no penar con cárcel determinados supuestos, nada tiene que ver con ampliar plazos y, como quien dice, en la práctica liberalizar el aborto y otras formas de terminación de la vida, no deseadas ni cabalmente consentidas por sus propietarios, más aún de lo que ya lo está.
Pensemos qué podemos hacer y cómo hacerlo.