Si los efectos de la tecnología dependen del uso que se haga de ella ¿qué tiene esta tecnología para que su uso sea tan masivamente incorrecto?
¿No habrá algo más en ella que va más allá de la buena o mala voluntad? No somos mala gente inclinada masivamente al aislamiento. Nos gusta conectarnos con los demás y con lo que nos rodea. Entre otras cosas, para eso queremos esa diminuta y eficaz pantalla llena de utilidades. Y sin embargo…
Gracias, José, por el envío.
Lo que tiene «esta tecnología», respondiendo al interrogante que nos lanzas, es su facilidad de uso. Esa es la verdadera razón o causa primigenia de que haya alcanzado el orden de «lo masivo». Lo has tratado en tu blog con cierta profusión. La facilidad de su uso (y de su mal uso, por tanto) es la madre del cordero. El fenómeno no se agota en este leve explicación, por supuesto. Hay mucha más enjundia y mucha más maldad que poner de manifiesto para responder más cumplidamente tu pregunta.
José Luis
La facilidad de uso, sí, indudablemente. La accesibilidad aumenta el consumo. Pero también es accesible el agua – basta con abrir el grifo- y no provoca adicción. Hay algo más que pertenece a la propia naturaleza de esta tecnología creada para mejorar nuestra comunicación, pero que acaba vampirizando a la comunicación misma y termina por incomunicarnos. Es como si creáramos un sucedáneo para llenar algunas deficiencias comunicativas del original y acabáramos prefiriendo el sucedáneo a la realidad original misma. La comunicación real, cara a cara, es sin duda mejor porque es verdadera, es real, pero es menos brillante y entretenida que la diversión que nos proporciona el intermediario tecnológico. Ya pasaba con la tele y pasa con todas las pantallas: su brillo envuelve lo que tocan de una halo atractivo y adictivo.
Puede ser que se trate de un problema de ansiedad. Los usuarios de las pantallas queremos acaparar todos los instantes, todo lo bonito, lo gracioso, lo original… Es algo así como el síndrome de Diógenes tecnológico.
¡Hombre, Amanda! ¡Tú por aquí!
Me encanta lo del «síndrome de Diógenes tecnológico». Señala con acierto esa sensación de que como puedo-llega- a-todo-debo-tenerlo-todo que hay debajo de tanto clic.