«Recuerdo el momento en que dije: “¡Fuera!. ¡Voy a regalar las dos teles!”. Era el año 1999. Me encantaba ver las noticias mientras comía y, aquel día, dieron en directo la noticia del accidente de un autocar de niños en La Rioja. Pensé: “si yo fuera la madre de uno de esos niños…” Me planteé por qué un telediario tiene que dar semejante noticia en directo. Eso hace daño a los niños y nos insensibiliza a todos. ¿Por qué no nos rebelamos contra ese morbo? Fue como una iluminación que dio paso a un enfado. Me enfadé tanto que las regalé. Y hasta hoy.
Hice Operación Triunfo sin tener tele, y me alegro. Sabía las audiencias y notaba la repercusión en la calle, pero nada más. Tampoco vi a través de la televisión la caída de las Torres Gemelas, la vi en los periódicos. No he visto Gran Hermano, y ni idea de Perdidos. Antes era un bicho raro porque no me enteraba de nada. Ahora, con Internet, me pasa menos».
Carlos Leal (Friburgo, Suiza, 1969) Actor. El malísimo Jacques Noiret de El Internado. Lleva doce años sin tele: ocho en París y cuatro en Madrid. Otro que hace televisión sin verla. ¿quizá sean los del propio medio los que menos la ven? ¿Será por algo?
«El único consejo que podría dar a alguien que quiere deshacerse de la adicción a la tele sería: “Empieza a leer buenos libros, a pintar o a escuchar buena música y, de repente, te darás cuenta de que también puedes pasar buenos momentos de esa manera”. De todos modos, entiendo muy bien que una persona que está currando todo el día, cuando llega a casa, de noche, necesite no pensar en nada, sólo estar con los suyos o sólo delante de la tele mirando un partido, una serie o un programa, digamos, ligero. Lo que pasa es que yo estoy muy apasionado por la literatura, por el cine, por la música… Y no quiero disminuir mi poco tiempo libre por la tele. Estoy en una época, entre los 30 y los 40, que quiero ser más activo que pasivo. La tele es un medio demasiado pasivo. Me hipnotiza, sí, como a tantos otros. Pero prefiero un mundo sin televisión»
Coda:
Según Paulino Castells, especialista en Psiquiatría, Pediatría y Neurología y coautor de Enganchados a las Pantallas (Planeta), las personas más refractarias a la televisión y que son capaces de dominarla serían:
«personas que tienen suficientes gratificaciones en su vida cotidiana, trabajo, actividades, aficiones, como para que no les dé tiempo a acudir a la pantallas. La persona que tiene una vida plena no siente la necesidad de recurrir a la televisión. En general, hablamos de individuos con criterio y discernimiento –saben lo que quieren y lo buscan-, que son eminentemente activos».
Me encantan loc comentarios de ésta gente. Me parecen acertadísimos. Y me encanta comprobar que gente normal sigue habiendo en todas partes.
Espero que las personas que tienen televisión en casa y la ven, no acaben siendo tenidas por «menos normales» que las que no la tienen. De momento ya son, según leemos desde hace ya tiempo, personas de menor «riqueza» personal. No leen, son menos activas, la ven (pasivamente) porque son personas que no tienen suficientes gratificaciones en su vida cotidiana, ……. Aunque se hable de personas «enganchadas», yo creo que, en general, se habla de quien ve televisión regularmente. que le gusta.
No entendemos del todo bien que pueda gustar la televisión. Parece que, para nosotros, es «más normal» detestarla. Y proyectamos más cosas de las justas cuando dibujamos perfiles de los televidentes.
Aclaro que estoy pensando sólo en espectadores adultos, y que en el párrafo anterior he usado el plural, sin pedir permiso a nadie, pero es un plural muy extenso, un plural de cruzada. Cruzada en la que estoy sin saber claramente para qué estoy pero sabiendo que debo estar.
No veo que sea ejemplar, lo siento, no tener o no ver televisión si no te gusta hacerlo. Tal vez sea una suerte que no te guste, pero no un mérito, menos aún, digno de publicarse. Yo hago lo mismo desde siempre, sin ningún esfuerzo, y no me parece una conducta especialmente meritoria. Y cuando «he caído», pues ….. ¡a levantarse! Como todos, como en todo. Los que han decidido vivir sin televisión, también.
De una manera o de otra, en un grado o en otro, la televisión está aquí y alcanza a todos. Yo también preferiría un mundo sin televisión, pero sería otro mundo que no existe. Y la televisión cumple una función necesaria como puede argumentarse sin dificultad, aunque no sea este el momento.
Los que tenemos y vemos tv somos, desde luego y desgraciadamente, cuantitativamente mucho más «normales» ― 1.416.338.245 frente a 79.000―. Y es esa diferencia numérica lo que hace extraordinaria y, desde luego, ejemplar, a esa minoría que, como mínimo, ha tenido que plantearse el tema de la televisión para darle una respuesta consciente, contracorriente, ecológica, «diferente» y, por eso a lo mejor, mucho más «normal» que la mayoría. Es precisamente esa mayoría que constituimos entre todos, la que ha provocado una patología social de enorme envergadura y la que tiene el medioambiente simbólico gravemente polucionado. Por eso estos últimos post testimoniales que tienen a José Luis tan «preocupado», son desde mi punto de vista enormemente necesarios y de una frescura medioambiental espero que contagiosa.
Dice alguna ciencia que soy una de esas 1.416.338.245 personas y que por serlo me comporto como «ella», como esa persona tan abundante. Y yo protesto, claro. Yo no soy más que yo, una única unidad personal. Y, a pesar de ello, me he puesto a pensar en 79.000 personas como si fueran una sola. Les he quitado a todas el mérito de ser distintas. He generalizado: Mal, José Luis.
Bueno, pues como persona única, que se ha planteado seriamente el tema de la televisión y le ha dado a su uso una adecuada solución personal (en contracorriente con los usos de mis familiares y, sin embargo, conviviendo con ellos -que tiene mérito la cosa, no me dirás que no-) y no enfrentándome ya a las 79.000 personas que viven sin televisión, sino a una sola de ellas, REIVINDICO mi condición de «normalidad» en grado idéntico a la misma.
Nunca he creído en la utilidad de la Sociología (ni de otras ciencias) para dibujar «perfiles» porque los perfiles sociológicos no son verdad en cuanto se aplican a las personas particulares. Lo mismo sobre la «verdad» Estadística.
Lo refrescante y oportuno de tus post últimos es, a mi modo de sentir, el carácter testimonial de algunos de los 79.000 sin tele. Además, acertadamente, has ofrecido el espacio de este blog a los testimonios de los con tele. Sí que pueden ser contagiosos, unos y otros, y eso puede ser bueno.
Donde «me salta el muelle» es en la generalización. Venga de donde venga y más si viene de mí. Me desagrada mucho más ahora que ya empiezo a ser mayor sin paliativos y no se aún bien porque es así. Pero así es.
Gracias por tu comentario. Y por este blog que sí es muy necesario y tu trabajo te lleva.