Tras una jornada de mensajes telefónicos, encuestas de «¿qué va usted a cenar hoy», datos de consumo exacerbado, historias más o menos jocosas sobre la hipocresía de las reuniones familiares, canciones navideñas pop, Santa Claus, y resúmenes enlatados…
esta noche el medioambiente simbólico se llena de silencio.
El Medioambiente Simbólico se llena hoy, aquí, ahora de Eternidad, de la invisibilidad de un único símbolo, de una única referencia, de un único mensaje: ritualizamos el Misterio del Nacimiento de Cristo, el Hijo de Dios Vivo, la Palabra que se hizo carne y habita desde entonces entre nosotros.
Como dijo Bea una vez, «El tiempo pasa, la eternidad espera». ¡Feliz, profunda y tranquila Navidad!