De vez en cuando, homenajeamos aquí a algún fotógrafo. Hace días que José Luis nos llamó la atención sobre Lewis Hine. De él todos conocemos sus fotografías de los trabajadores de Nueva York construyendo sus rascacielos que se han convertido en una de las imágenes icono de nuestro medioambiente contemporáneo.
Menos conocidas son sus fotografías de la niñez trabajadora en las fábricas y en el campo norteamericano  anteriores a la Depresión del 29, que pueden muy bien representar el trabajo infantil de la primera y segunda Revolución Industrial. Independientemente de su mensaje social, son imágenes hermosas porque son tremendamente humanas. La cámara y el fotógrafo miran directamente a los ojos de los niños que miran directamente al objetivo y a su través, nos miran directamente a cada uno de nosotros que los contemplamos ahora. Un cruce de miradas que únicamente los hombres podemos crear y comprender; una miradas que por eso nos humanizan y en las que, más allá del tiempo, nos descubrimos a nosotros mismos en los niños que una vez fuimos y que ellos no pudieron nunca ser.