Mirar fotografías es ver lo que otros han mirado previamente. Hoy vamos a mirar, pues, la mirada de otro.
Sin embargo, no es ver con otros ojos, sino reconstruir con los nuestros ya no la realidad mirada previamente, sino una realidad nueva construida, concebida, por el fino olfato visual del fotógrafo que ha transformado la realidad en imagen. Plossu no retrata lo que ve, sino lo que concibe. No le interesa la prosaica realidad, sino lo que esta esconde.
Hay dos mujeres andando por la calle, pero él ha concebido la plasticidad de «dos mujeres andando por la calle»: no importa qué mujeres, no importa qué calle, sólo importa qué luz, aunque su idea estética requiera ésas mujeres y ésa calle.
Plossu ha «mirado» antes esa escena aunque no la haya visto todavía; es una más de las que ha ido a encontrar a ese lugar o le ha sugerido ese lugar una vez ubicado en él ―Plossu viajó mucho y África le tenía fascinado por su «esencialidad» (sic)―. Así que se apostó en el lugar de su mirada y retrató numerosas veces «su idea» hasta dar con la plásticamente válida, casi siempre la más asombrosamente simple, la más esencial.
El resultado es lo que en el ámbito artístico y crítico se denomina una «imagen mental”. Mental porque opera como concepto visual capaz de ser concebido sin ser visto o bien, resultado de un re-conocimiento cuando se lo ve. Quizá esas mujeres sean «la mujer musulmana«, su aislamiento, la sombra de sí mismas, la falta de identidad que hace que las miremos sin verlas. Quizá esa calle deja de ser calle para ser celda o quizá laberinto. Quizá esa luz no sea luz, sino oscuridad que cubre como un velo los contornos de cuerpos y de rostros convirtiéndolos en sombras.
En cualquier caso, no es un recuerdo de haber estado allí. No es un juguete. Es una creación. Es una imagen que se aparta de su lugar originario concreto para convertirse en un universal estético nuevo capaz de ser mirado por nosotros que, aunque hubiéramos estado allí, nunca lo hubiéramos visto.
Vean imágenes, estas sí, no podrán consumirlas ni tampoco ser consumidos por ellas.
P.S.:
16-7-2010
No se pierdan el comentario de José Luis, si quieren conocer mejor a este fotógrafo.
P.S.:
16-7-2010
No se pierdan el comentario de José Luis, si quieren conocer mejor a este fotógrafo.
¡Qué maravilla de foto!
Bernad Plossu es sin duda «el filósofo» de la imagen (fotográfica en su caso). No es difícil sino tremendamente fácil suponer el notable trabajo de reflexión previo a sus imagénes. Llegar a lo esencial requiere largas excursiones intelectuales por la periferia contextual. Les invito a conocer la obra de este singular fotógrafo que allá por los setenta del siglo pasado irrumpió con fuerza en el panorama de la fotgrafía de autor y su obra ha quedado como referente de las posibilidades plásticas, narrativas y de exploración del entorno vital.
Ha influido en la obra de otros muchos autores, nos ha enseñado nuevas potencias de la imagen fotográfica (especialmente en blanco y negro). Sus trabajos sobre la «ausencia-presencia» mediante el retrato de los efectos de los actos fueron del todo novedosos e intersantísimos. Imaginen la imagen solitaria de la tabla de un columpio que no está en reposo sino elevado , levemente borrosa, mostrando un movimiento residual, en uno de los puntos muertos de su oscilación, que a nadie columpia, a nadie asienta. Tendremos presente la ausencia, por ejemplo. Cito de memoria, pero hay ajemplos aún más refinados de este campo de trabajo
que le valió un merecido reconocimiento artístico.
En su faceta de viajero, sin ser esa su intención fotográfica, documenta como nadie los lugares que visita. Y ello es así porque, ante la realidad, Plossu no se precipita a retratarla desde el oficio, no cae en la trampa de actuar sólo como un buen fotógrafo sino que circunda intelectualmente el contexto hasta dar con la idea esencial, con SU idea esencial de lo que está viendo y en vez de escribirla textualmente, lo que supondría una concreción y como tal una escasa posibilidad de relectura, prefiere escribirla visualmente para preservar la frescura de su impresión, dejando así abierta la misma posible experiencia a los espectadores de sus fotografías.
Ejemplo pluscuamperfecto de lo dicho, es la bellísima imagen que ilustra este post. ¿Cabe mejor documento de lo que es la existencia de la mujer común musulmana, que la precariedad de lo que vemos en ella?
José Luis