Ya hemos contado como Facebook tenía informes internos que revelaban que Instagram, el producto estrella de la casa en estos momentos, era perjudicial para muchas chicas adolescentes; como la compañía llevó a cabo diferentes focus groups, encuestas y estudios durante 2019, 2020 y 2021 cuyos resultados eran realmente preocupantes; como, a pesar de ello, la compañía estaba desarrollando un producto similar dirigido a personas aún más jóvenes y como, finalmente, una filtración de Frances Haugen, una ex-product manager de la compañía, al Wall Street Journal puso al descubierto estas malas prácticas de Facebook.
Esta semana, en su magnífico Mind Tricks, Hugo Saez nos cuenta algunas cosas más. Al parecer, «Frances ha aparecido en el famoso programa “60 minutos” de la CBS contando los motivos que le han llevado a filtrar los documentos y ha profundizado en todo lo revelado. Días después de la emisión del programa, Haugen ha comparecido en el senado de Estados Unidos donde representantes de ambos partidos le han preguntado durante 3 horas sobre los problemas que causa Facebook a un porcentaje muy alto de sus usuarios, y sobre todo de sus usuarias, adolescentes» y en su comparecencia afirmó lo siguiente “Estoy aquí hoy porque creo que los productos de Facebook perjudican a los niños, avivan la división y debilitan nuestra democracia. Los directivos de la empresa saben cómo hacer que Facebook e Instagram sean más seguros, pero no harán los cambios necesarios porque han puesto sus beneficios astronómicos por delante de las personas. (…) Si lo dejamos solo, Facebook seguirá tomando decisiones que van en contra del bien común.». Se puede decir más alto, pero no más claro.
Pero Hugo Saez añade algo más de leña a ese fuego: primero una cita de un artículo de «Bob Hoffman en el que, fiel a su estilo, defiende que tras lo revelado en las filtraciones deberían empezar a rodar cabezas. Y no señala solo a la red social, -dice Saez- sino a quien hace posible el negocio multimillonario de Facebook: la industria de la publicidad». Esta es la cita: “Seamos claros. Facebook es un producto de la industria publicitaria. La publicidad y el marketing son cómplices de Facebook. (…) Cualquiera en una posición de autoridad en la industria que afirme que no sabe lo que hace Facebook es un mentiroso o un imbécil. Espera, retiro eso. Nadie es tan estúpido. Si dicen que no lo saben, son unos mentirosos. Más del 98% de los ingresos de Facebook provienen de la publicidad. Es hora de que los «líderes» de nuestra industria – las 4A, la ANA, la IAB y las principales compañías y marcas – rindan cuentas por lo ocurrido. Han alentado, financiado y defendido a Facebook (y el resto de la adtech) durante demasiado tiempo.” Dudo que rueden cabezas, pero ¡qué razón tiene! Buenísimo.
Por último, una referencia a que Facebook no solo manipula a sus usuarios y miente a las instituciones públicas respecto a sus riesgos. También miente a los anunciantes que le dan de comer: «En publicidad digital el fraude es constante y la red social oculta a las marcas mucho de lo que realmente ocurre, mientras publicita constantemente su plataforma de anuncios como algo extremadamente eficaz», escribe Saez.
Las evidencias de diseño adictivo, de daño a los adolescentes, de manipulación de datos y sesgos algorítmicos y de fraude a su clientela… son cada día más abundantes. Sin embargo, me temo que a pesar de la manipulación de sus usuarios y las mentiras a sus clientes, las cabezas no rueden. Ni los usuarios van a exigir mayor transparencia renunciando a su uso (millones de padres en todo el mundo gracias al ciberoptimismo todavía reinante y a un complejo Prensky todavía vigente, siguen mirando a estas plataformas como un destino inevitable para sus hijos, en las que son felices 24/7 y sin las que no pueden relacionarse y ser jóvenes normales del siglo XXI. Son otros tiempos, se dicen, y no se pueden poner puertas al campo, etc…), ni los publicitarios van a renunciar a su falseado pero apetitoso pastel de datos.
Esperemos que las instituciones sean las que pongan coto al poder absoluto de las grandes corporaciones tecnológicas para que no sigan haciendo lo que les da la gana como hasta ahora.
Referencias