La marca y su logo son el DNI de los productos de consumo. En esta selva en la que no vale ser, sino que es imprescindible parecer, es esencial la visibilidad. Si no, no sales en la foto. El logo se convierte así en un referente esencial para la memoria del consumidor en el que está en juego el acto de consumo. Como de costumbre, la mirada no atiende a razones sino a emociones.
Sin embargo, esta colección de 50 que nos presenta Cristian Monroy se aparta de la norma y el creador del logo no se limita a comunicar sino que nos ofrece participar en un juego. «Oro parece, plata no es…» El calambur, esa figura retórica por la que la palabra se oculta en las palabras, se convierte aquí en calambur visual en el que el concepto se hace imagen y se oculta en la imagen. Un juego de ingenio y de creatividad que exige un proceso descodificador queno siempre es evidente para el espectador-lector. Por eso están aquí. Es un placer contemplar el trabajo finamente imaginativo, analítico, sintético y estético que hay detrás de cada uno de estos logotipos que se venden sobre todo a sí mismos. Son parte del Medioambiente Simbólico, pero una hermosa parte
Me he divertido y aprendido. Cenquiu
Ha sido un placer, mai frend.
¡Estupendo! Se lo remito a mi yerno el publicista.
José Luis
PD. «Tocaba el contrabajo con trabajo» ¿es un calambur? No sé por qué, pero me ha entrado la duda…
Lo es, en efecto.
Sabía que este post te iba a gustar.