En cuanto al vídeo, salvo por la longitud, lo suscribiría casi por entero y me pregunto si puede ser una muestra más de un cierto cansancio del ciberoptimismo medioambiental y de una cierta conciencia ecológica que se van abriendo paso alertando sobre los efectos tóxicos del abuso tecnológico .
He aquí el texto completo con algunos subrayados míos.
«Tengo 422 amigos. Aún así estoy sólo. Hablo con todos ellos cada día, pero ninguno me conoce realmente.
LEVANTA LA VISTA.
El problema está entre mirar a los ojos o mirar un nombre en una pantalla. Porque al mirar otra vez a mi alrededor me doy cuenta de que este medio al que llamamos “social” no existe sino cuando encendemos nuestros ordenadores y cerramos nuestras puertas. Toda esta tecnología que tenemos es sólo una ilusión.
La comunidad, la compañía y la sensación de inclusión, cuando dejas todo este dispositivo de ilusión, te despiertas para ver un mundo de confusión.
Un mundo en el que somos esclavos de la tecnología que dominamos; donde la información es vendida por algún rico y codicioso bastardo; un mundo de amor propio, de imagen propia, de promoción propia.
Donde compartimos las mejores partes, pero dejamos fuera la emoción.
Somos felices cuando compartimos una experiencia, pero ¿es lo mismo si no hay nadie ahí?
Vive ahí para tus amigos y ellos estarán ahí para ti, pero no habrá nadie si sólo es una reunión de mensajes.
Editamos y exageramos, imploramos atención y pretendemos no notar el aislamiento social. Ponemos las palabras en orden hasta que nuestras vidas brillan, pero no sabemos si alguien las está escuchando.
Estar solo no es el problema, podemos destacar, leer, pintar algo o hacer ejercicio porque estás siendo productivo y presente sin reservas o reparos. Estás despierto, atento y le das buen uso a tu tiempo. Así que cuando estés en público y empieces a sentirte solo, pon tus manos detrás de tu cabeza y deja el teléfono a un lado; no necesitas mirar el menú o la lista de contactos, déjales que hablen unos con otros y aprendan a coexistir.
No puedo soportar el silencio en un vagón de metro lleno, donde nadie quiere hablar por miedo a que le tomen por loco.
Nos estamos volviendo antisociales y no podemos encontrar satisfacción en relacionarnos los unos con los otros y mirar a alguien a los ojos.
Estamos rodeados de niños que desde que nacieron nos han visto vivir como robots y piensan que es lo normal. No es muy probable que seas el mejor padre del mundo si no puedes entretener a tu hijo sin usar un iPad.
Cuando era niño, jamás estaba en casa, estaba fuera con mis amigos, con nuestras bicicletas, dándole uso a mis zapatillas y pelándome las rodillas o construyendo una casa bien alto en un árbol. Ahora los parques están silenciosos, y me da un escalofrío no ver los niños fuera y los columpios vacíos. No hay salto de la cuerda, rayuela, no hay juegos ni carreras.
Somos una generación de idiotas, de teléfonos inteligentes y gente torpe.
Así que levanta la mirada y apaga la pantalla. Aprovecha lo que hay a tu alrededor y haz todo lo que puedas con cada uno de tus días. Sólo necesitas una conexión real para que veas la diferencia que puede resultar de estar o no estar ahí.
Estar ahí en el momento en que ella te da esa mirada que recordarás para siempre porque ahí te enamoraste; la primera vez que la tomaste de la mano; el primer beso en los labios; el primer desacuerdo y la primera reconciliación; la vez que no tuviste que contarle a todo el mundo lo que habías hecho porque querías compartirlo sólo con una persona; la vez que vendiste tu ordenador para poder comprar un anillo para la chica de tus sueños que ahora es tu realidad; el momento en que quisiste iniciar una familia y el momento en que tomaste por primera vez a tu pequeña hija y te volviste a enamorar nuevamente; las veces que te mantuvo despierto por la noche cuando lo único que querías era descansar; la vez que tuviste que secarte las lágrimas cuando tu pequeña se fue del nido; el momento en que ella vuelve a casa con un niño que puedes sostener y el momento en que te dijo «abuelo» y te hizo sentir realmente viejo; el momento en que revisas todo lo que has hecho, sólo por prestar atención a la vida y lo contento que estás de no haberlo desperdiciado mirando «un chisme»; el momento en que tomarás la mano de tu esposa, sentado al lado de su cama, diciéndole que la amas y besando su cabeza mientras ella te susurra suavemente, cuando su corazón da su último latido, que ella tuvo la suerte de ser abordada por ese chico perdido en la calle…
Pero ninguna de esas cosas han ocurrido, no has tenido nada de eso. Cuando estás tan ocupado mirando hacia abajo, no ves las oportunidades que pierdes si levantaras la vista.
Así que levanta la vista de tu teléfono, apaga la pantalla. Tenemos una existencia finita, un número de días contados. No malgastes tu vida siendo atrapado en la red ya que cuando llegue el final no hay nada peor que el arrepentimiento.
Yo también soy culpable de ser parte de esta máquina, este mundo en que somos escuchados, pero no vistos, en el que escribimos mientras hablamos, y leemos cuando chateamos; un mundo en el que pasamos horas juntos, sin hacer contacto visual.
No te entregues a una vida en que sigas el camino de la masa.
Dale a la gente tu amor, no les des un “me gusta”.
Desconéctate de la necesidad de ser escuchado y reconocido.
Sal a conocer el mundo, deja las distracciones atrás, levanta la mirada de tu teléfono, apaga la pantalla.
Deja de ver este vídeo y vive la vida de forma real.»
Amén.
Este es el vídeo al que me refería en el mensaje que no llegar a salir publicado. Me da la impresión de que la gente está abriendo un poco los ojos. Muchas gracias por traducirlo.
Pero intervengo más que nada para informarte de un posible problema con el módulo del blog que gestiona los comentarios o controla el «spam». Con la de ayer es al menos la cuarta vez que no me sale publicado un comentario. Al principio lo atribuí a que no me habías dejado pasar los comentarios por algún motivo -lo que en todo caso respetaría- y por eso no te comenté nada ni volví a participar hasta pasado un tiempo. Pero es evidente que hay alguna «máquina» que está haciendo mal su trabajo.
Siento de veras lo ocurrido. En los años que llevo con el blog sólo una vez suprimí un comentario y porque se trataba de un alumno recalcitrante que había puesto una chorrada muy poco seria.
Miré el spam, pero no descubrí nada raro, si bien es cierto que había 750 spams y no los miré a fondo. Desde ahora estaré más al tanto.
Un abrazo
Fernando: eres más optimista que yo. Es posible que la gente «esté empezando a abrir lo ojos», eso es ver el vaso medio lleno; yo pienso, simplemente, que está empezando a sentir que los tiene cerrados… y no sabe cómo abrirlos: levantar la vista y apagar la pantalla es ya, prácticamente, imposible. Se dice muy bien en el texto del vídeo: «somos esclavos de nuestro dominio tecnológico». Creo que todo esto nos ha pasado (como civilización) por dejar de hablar con Dios. En una perspectiva histórica, el hombre siempre ha anhelado no depender de nadie, y mucho menos de Dios (ese «cuento»), es decir, ser él el principio de sí mismo y la medida de todas las cosas (cree, por ejemplo, que podrá entender algún día la creación del universo -los más estúpidos creen entenderla ya-); y ha desterrado como «inservible» a la realidad el misterio, pero yo me pregunto: ¿hay misterio más real y mayor que el amor? A esta cuestión capital y real de nuestra existencia, la ciencia mala, la engreída, la ha mirado -y la mira- por encima del hombro: «no es una cuestión empírica» nos dice, pero, de hecho, no hay otra cuestión más experimentada por el hombre de todo tiempo. Lo que llamamos «tecnología» no es sino «ciencia aplicada». Aplicada a «la medida física». ¿No es acaso ésta y su progreso constante, la razón última que el hombre ha tomado como nueva referencia de su propio progreso? ¿No es también, a la par, su nueva necesidad? Pues ya está: ¡toma cantidad!… ya somos poderosos. En el año 1985, un ordenador Apple con un HD de 1 Gb de capacidad – Macintosh Plus, se llamó- costaba 450.000 pesetas -3.900 euros- ; hoy, un HD de 1Tb, de bolsillo, cuesta menos de 10.000 pesetas -60 euros-. De no haber mediado el progreso científico de la cantidad, nuestro HD actual de 1 Tb, costaría 450.000.000 de pesetas -2.710.843 euros-….. ¿Cómo no adorar, cómo no extasiarse ante semejante poderío? ¿Cómo, en definitiva, no apartar de nuestras vidas «cuentecitos para comernos el coco» -Dios, por ejemplo- y dedicarnos a disfrutar nuestra «nueva» capacidad de información y comunicación ilimitada?
José Luis.
Este comentario se merece un post…
Pepe: no te preocupes; es un claro ejemplo de «robots» que se extralimitan 🙂
José Luis: realmente no es para ser optimistas; pero sí me parece que últimamente los internautas acogen algo mejor reflexiones como las que promueve este blog. Antes se limitaban al insulto. Por cierto, enlazo una noticia que resulta inquietante:
http://periodistas-es.com/eeuu-promueve-el-sentido-moral-en-los-robots-34636
Oih, minä menin kuvista niin sekaisin, etten meinannut osata täyttää tuota “harjoittele maeimattikkaa” -osiota! Näyttää niin kivalta! Kyllä nyt tulee hirmu hinku saada omakin lelukauppa aikaiseksi. Ja valotkin! Se on kertakaikkiaan hieno asia! Minulla ei ole yhdessäkään talossani valoja 🙁 ja valot on kyllä niin tärkeät tunnelman tuojat. Ja kuten lauantaina meillä varmaan huomasit, niin aika pimeätä oli eli valojen ansiosta nukkekodin sisustuskin näkyy sitten paremmin. Onnea kaupan perustamiseen 🙂
Pues si has apreciado eso, seguro que es así, Fernando, porque es evidente tu interés por estos fenómenos y la actualizada información que de ellos dispones. Ciertamente resulta inquietante la lectura de la noticia que enlazas. Tal vez, más que la noticia en sí, el mundo que descubre (programas, organismos, líneas de investigación,…) del que no tenía la menor idea.
Pepe: hablamos de ello. Podría ser uno de los argumentos que justificaran -quizás desde un preámbulo- ese libro que andamos persiguiendo.
José Luis