
La imagen –lo veíamos en el post anterior- es un elemento expresivo extraordinario que acompaña al hombre desde su aparición prehistórica como parte integrante de su naturaleza humana. Desde la pintura rupestre hasta la tecnología digital, el ser humano ha utilizado la imagen “imitando” y superando creativa y artísticamente la realidad. Sin embargo, la omnipresencia de la televisión y de las pantallas en la vida cotidiana y las características específicas de este lenguaje visual lo convierten en un poderoso modelador casi hegemónico de las personas.
Como explica Joan Ferrés, “no producen los mismos efectos sensoriales y mentales las imágenes y las palabras. La televisión como ejercicio y como exceso no es sólo negativa desde el punto de vista intelectual en el sentido de que el que la mira no hace nada o hace menos que el lector que lee, sino, sobre todo, en el sentido de que es una actividad radicalmente distinta de la lectura”. Veamos una relación de oposiciones significativas que el mismo autor nos muestra:
Ø Del lenguaje verbal se ocupa el pensamiento secundario o lógico localizado en el hemisferio cerebral izquierdo.
Ø La lectura de la imagen se hace desde el pensamiento primario o asociativo que funciona desde el hemisferio cerebral derecho.
Ø El lenguaje verbal se expresa desde el discurso y apela a la razón.
ü La imagen es, sobre todo el reino del relato y de las emociones.
Ø La palabra se mide por su densidad, por su lentitud.
Ø La imagen se mide por su punch, por su capacidad de impacto.
Ø El lector se enfrenta a un universo abstracto.
Ø El telespectador a un universo concreto.
Ø El lector se mueve en un universo estático; el ejercicio de leer es quietud y silencio, concentración, actividad esforzada de abstracción solitaria en la que el cerebro trata de comprender y fijar ideas, hacerlas propias.
Ø El espectador se mueve en un universo dinámico: no se trata sólo de que sean imágenes en movimiento, sino que el espectador, ante la pantalla, se somete a una hiperestimulación sonora y visual cada vez más trepidante para mantener su interés, de modo que esa vorágine de sensaciones acaba por hacerle aburrido todo aquello que es abstracto y estático (como la lectura, pero no sólo como la lectura…)
Ø La lectura desarrolla habilidades mentales relacionadas con la concreción, la síntesis. El lenguaje verbal facilita el razonamiento, la fuerte articulación del pensamiento, la clasificación.
Ø La imagen, en cambio es el reino de la sugerencia, de la emoción, de la intuición.
Ø El lector se enfrenta a signos abstractos, alejados de la realidad material, signos áridos, cuya descodificación exige complejas operaciones mentales.
Ø La imagen televisiva hace que el espectador se enfrente a signos concretos, cercanos, materiales, gratificadores de manera inmediata, que dan recompensa sin apenas esfuerzo.
ØEl lector se ejercita en la paciencia, porque se le exige un placer postergado, que se alcanza sólo a partir del esfuerzo. La lectura exige renunciar a una satisfacción inmediata por una satisfacción más lejana.
Ø La imagen tiende a potenciar un sentimiento de inmediatez e impaciencia que viene dado por la satisfacción inmediata y fácil que produce.
Vean televisión y utilicen las pantallas, pero no las consuman o serán consumidos por ellas.
No sé si desde la lucidez o desde la ofuscación, pero estoy casi en total desacuerdo con lo que nos dice Joan Ferrés.
Hay territorios del conocimiento en los que el intelectual siempre ha perseguido y seguirá haciéndolo, el logro de una sistematización tan completa como sea posible de los fenómenos psíquicos que tienen lugar en la inteligencia del hombre cuando trata de «comunicarse» consigo mismo o con sus semejantes. El post versa del funcionamiento psicológico que sobre el «usuario» operan dos lenguajes: el verbal (ligado al acto de leer palabras) y el visual o icónico (ligado al acto de ver y escuhar palabras e imágenes).
Siendo el objeto de estudio la comunicación, los lenguajes, su estructuración, sus «modus operandi», las alteraciones fisiológicas que producen, es decir, un vasto campo de análisis, se entiende que sean muchas las disciplinas y especialidades atañidas y muchos los saberes a emplear.
Cada ciencia «pura» estudia el citado objeto desde su perspectiva: gramática, filosófica, psicológica, etc. Y luego, el interés se ha extendido a ciencias «instrumentales» o aplicadas: comunicación, mercadotecnia, sociología, educación, etc.
Para mí la obra escrita y la labor de Joan Ferrés se enmarca en este último grupo de saberes. Es muy posible que ninguna de todas las ciencias citadas ni las que han quedado por citar (ni solas ni relacionadas) puedan alcanzar a esa anhelada sistematización del funcionamiento mental que provoca el lenguaje (cualquier lenguaje) en el hombre. Y la generalización (vg. las dicotomías traídas de Ferrés) no explica satisfactoriamente la realidad.
José Luis
He leído con atención el post y el comentario. El post me parece claro: creo comprender que Pepe Boza sintetiza muy bien dos mundos contrapuestos y complementarios cuyo elquilibrio se ha roto hoy en beneficio del pensamiento débil y emocional. Creo que es un buen diseño intelectual el de Joan Ferrés al oponer ambos mundos. No es más que una aproximación, pero clara e inteligente en orden a la comprensión, aunque en la realidad no sea tan sencillo separar lo inseparable.
En el comentario, en cambio, no acabo de entender el total desacuerdo; parece. efectivamente. más ofuscación que la lucidez lo que hay detrás.
Sigo el Blog y no suelo comentar. Hoy me animo. A mí también me ha dejado perplejo el comentario de José Luis. Conocía ya la distinción de Ferrés de su libro y creo recordar que en el folleto que publicó atra y que utilizamos en el colegio venía también un apartado en el que se explicaba el efecto del consumo desaforado de imágenes y sus efectos con estos mismos argumentos.
No creo que ni Pepe al repetirlas, ni Ferrés al enunciarlas, pretendan una sistematización completa de la psique del ser humano. Creo más bien que no es más que una aproximación muy lúcida a las diferencias entre el mirar y el pensar. El hecho de que en la realidad ambas operaciones sean parte de un mismo e inseparable intelecto, no quita para que su enunciación nos ilumine sobre un aspecto interesantísimo que casi nunca se tiene en cuenta cuando se habla de consumo de televisión o videojuegos: que no son sólo los contenidos, sino el consumo mismo los que producen efectos.
Por cierto: la foto es estupenda e ilustra muy bien el contenido del post con esa niña empequeñecida por esa mezcla de imagen y texto que avasallan su figura. Incluso la palabra «FRIO» como símbolo de la supuesta frialdad del lenguaje…
Pues, ya puede ser, ya, que haya más ofuscación que lucidez. Todo viene de una especie de repelús que me producen las ideas “demasiado” ambiciosas. Es obvio que en el terreno de la comunicación no puedo ni empezar a discutir con Ferrés, a quien respeto desde hace tiempo. Lo que pasa es que de la sistematización a la simplificación veo yo un brevísimo paso en el que honestamente, por más que su intención sea esa mera “aproximación a las diferencias entre el mirar y el pensar”, creo que “cae” el autor. Mi objeción viene del lado de la precisión conceptual y su expresión verbal. Hubo un día en que la cirugía precisó del rayo láser porque el bisturí no le servía ya para todo.
Para muestra, un botón:
Ø El lenguaje verbal se expresa desde el discurso y apela a la razón.
ü La imagen es, sobre todo el reino del relato y de las emociones.
Discurso. Facultad racional con que se infieren unas cosas de otras, sacándolas por consecuencia de sus principios o conociéndolas por indicios y señales.
Relato. Conocimiento que se da, generalmente detallado, de un hecho. Narración, cuento.
Sígase con “abstracto” y “concreto”, etc, etc. ¿De verdad podemos dar por válido el grado de precisión, es decir de imprecisión, conceptual que contiene la expresión verbal de las dicotomías a que nos referimos? ¿No será como querer poner puertas al campo?
José Luis
Gracias a todos por vuestros comentarios. No suelo entrar en ellos porque me da que es terreno ajeno y tengo un poco de pudor, pero lo cierto es que el tema me interesa y quería puntualizar algunas cosas. Aunque a José Luis le veo a menudo y solemos discutirlas en vivo ya que ha suscitado cierta polémica, merece la pena participar.
Creo que José Luis se queda a veces prendido del lenguaje como de un anzuelo y las palabras en vez de vehículos de significado se le convierten entonces en obstáculo para la comprensión.
Concediendo que toda oposición comporta un reduccionismo simplificador, hay que darse cuenta de que hay que ir más allá porque el objetivo de la simplificación es precisamente iluminar algún aspecto de la realidad.
En este caso, creo que Ferrés hace una oposición reduccionista pero muy clarificadora: verbo/imagen, razón/emoción, lentitud/impacto, abstracción/concreción,quietud/dinamismo, pensamiento/intuición,aridez/gratificación,paciencia/inmediatez: impecable. Ninguna de ellas es completamente cierta; todas juntas no agotan ni explican completamente el tema, pero son enormemente interesantes y llenas de resonancias que nos ayudan a comprender un hecho que casi nadie tiene en cuenta: el cómo nos situamos ante la imagen y la falta de ejercicio de la palabra, son muy importantes para entender sus efectos en los usuarios. A mí me sigue pareciendo una reflexión tan lúcida, iluminadora y vigente que cuando la leí por primera vez hace ya más de diez años.
Y, efectivamente, Alberto, venían recogidas en el «¿Qué pasa con la tele?» que publicamos hace unos años.
Saludos.
Ese «creo» utilizado en «Creo que José Luis…..» está muy puesto en razón, pues es la creencia la más exacta realidad que podemos conocer y por tanto afirmar.
Si iluminar algún aspecto de la realidad es el objetivo de la simplificación, y admitido que los objetivos se logran o no, y unas veces con mayor éxito, otras con menor fortuna, ya puedo decir sabiendo lo que digo, que creo muy poco en las dicotomías de referencia porque afirman sobre lo vasto y relativo y, en mi opinión, apenas rozan algunas moléculas de la realidad a la que aluden.
Más simplemente: después de leerlas no quedo iluminado como por fortuna os pasa a vosotros sino bastante ensombrecido.
En todo caso, gracias a cada uno por su crítica.
José Luis.
qué buena foto!
¡Y qué niña encantadora, la modelo! Saludos, niña modelo.