La organización Moms Demand Action ha organizado en EEUU una campaña para sensibilizar sobre el riesgo de la presencia de armas de fuego en la vida cotidiana de la familia, del colegio, sobre todo de los niños, de toda la sociedad en general.

Lo ha hecho con una fórmula muy eficaz que consiste en poner en evidencia las estúpidas paradojas que afligen a la sociedad americana en cuanto a lo que considera peligroso o negativo para los chavales frente a la permisividad con las armas de fuego: se desaconseja  leer el cuento de Caperucita Roja, porque la niña lleva a su abuela una botella de vino y, supongo, porque es un cuento excesivamente sangriento y violento para la sensibilidad de los menores. El huevo Kinder es peligroso porque lleva un juguete en su interior susceptible de ahogar a los niños que se lo metan en la boca, y además engorda. La pelota porque con ella juegan a balón prisionero, juego que se considera demasiado agresivo.

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No sé si estoy demasiado sensibilizado pero se me ocurre que aquí -y allí  también- podríamos hacer lo mismo o muy parecido, solo que con otras armas de distracción masiva. 

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¿Quizá exagero? Pero a unas y otras las carga el diablo. ¿O no?