Los cuentos infantiles, las canciones los cantares de gesta, las leyendas, la novela, el cine, la narración, la ficción… son expresión de su necesidad de explicarse el mundo y lo que le rodea. La ficción ha sido siempre la proyección simbólica de sus sueños, de sus interpretaciones, de su planteamiento de preguntas y su necesidad de respuestas.
Fabular, inventar, soñar.
Pero cuando la fabulación ha entrado dentro del circuito del consumo convirtiéndose en un simple producto más, algo se ha roto dentro del corazón de los cuentos.
No es que no se puedan vender y comprar las historias. Lo que no se puede, lo que no se debe, es consumirlas. Porque el embrujo del consumo mata la magia y lo que era creación se acaban convirtiendo en un puro producto-fabricado-a-partir-del-estudio-de-las-tendencias-sociales-del-potencial-destinatario-dentro-de-planes -comerciales -de -las -grandes-corporaciones-multimedia que invierten millones para obtener millones.
El hombre siempre ha soñado y seguirá haciéndolo siempre. El problema hoy es que quizá han invadido su universo y le han robado sus sueños y su imaginación.
No nos pueden robar la imaginación ni hemos de dejar que se nos bloquee.
El hombre es imaginativo por naturaleza pero por vagancia, por miedo,etc…hoy por hoy no suele usarla.
En un mundo tan problematizado, como el actual es necesario ponerles imaginación a todos y cada uno de los minutos de nuestra vida. Hay que tener los pies en el suelo, pero también hay que elevarse un poco para no sucumbir.
Sin la imaginación, la angustia.
Mal vamos como perdamos la imaginación y la curiosidad….
Así es, Quoniam: pies en el suelo y corazón en el cielo.
Aunque el Medioambiente no nos lo pone fácil, procuraremos mantener algo el pabellón, Negre.