Fernando Pascual escribe en buenas-noticias.org un breve artículo que pone de relieve de manera sencilla y eficaz uno de los fenómenos típicos de nuestro Medioambiente simbólico: el contraste entre lo importante y lo necesario, lo noticiable y lo esencial, lo espectacular y lo significativo, entre lo visible y lo invisible. Entre las historias mediáticas y la Historia. He aquí un extracto del artículo. Las negritas son mías.
«Benedicto XVI y Susanna Maiolo se han “encontrado” en tres ocasiones. La primera, durante la Vigilia de Navidad de 2008, Susanna saltó la barda de protección de la Basílica de San Pedro para acercarse al Papa, pero fue detenida por el servicio de orden.
La segunda vez tuvo lugar en la Vigilia de Navidad de 2009, cuando Susanna saltó con más rapidez, y el policía más cercano no pudo detenerla del todo: consiguió sujetarse de los ornamentos del Papa provocando su caída.
La tercera tuvo lugar en una de las salas cercanas al Aula Pablo VI, en el Vaticano, el miércoles 13 de enero de 2010. La joven pidió perdón al Papa por lo ocurrido, y el Papa le manifestó su perdón, se interesó por ella y su salud, y le expresó sus mejores deseos.
Los dos primeros “encuentros” han quedado filmados y pueden ser vistos una y otra vez gracias a los medios de comunicación. Pero el tercer encuentro queda sencillamente, por respeto, en el ámbito de los hechos “no visibles”.[…] Los interesados prefirieron estar a solas, para escucharse y acogerse, para ir más allá de las imágenes.
Lo que hayan sentido Benedicto XVI y Susanna Maiolo en cada encuentro sólo lo saben ellos y Dios. El mundo de la imagen y el deseo de conocerlo todo, llevarán a muchos a suponer y a lanzar hipótesis, […] a discusiones sobre el sistema de seguridad en el Vaticano, sobre otras agresiones sufridas por el Papa, sobre la salud mental de Susanna… […].
Lo aparatoso recibe una atención inevitable en el mundo informativo. Lo sencillo, sin ruido y sin reflectores, puede tener una importancia mucho mayor en el camino de la historia humana. […]
Mientras tanto, un Papa anciano y una joven de 25 años, que se han encontrado en circunstancias muy diferentes, siguen adelante, en ese camino misterioso de la vida, […]» del que las noticias son incapaces la mayor parte de las veces de darnos cuenta.
Vean imágenes, pero si quieren informarse no se conformen y traten de profundizar en la noticia.
Esta es una historia de «pequeñas cosas».
Lo importante, lo esencial, lo invisible y lo que en verdad significa algo son las «pequeñas cosas».
Cada día, en cada instante, se producen infinitos pequeñas actos invisibles, privados, que permiten que el mundo siga en pie, caminando por buena vía.
No es importante para los medios lo que es importante para la vida. Que el mundo «marcha» bien no tiene venta. Sólo compramos olas de 30 metros, miles de muertos, espabilados que se hacen ricos, sobre todo si es robando, magistrados revendidos, mentirosos enfermados, poderosos advenidos del poder que les prestamos, contertulios ignorantes que nunca nada han sabido, tíasbuenas operadas, periodistas mariquitas, confidentes delicuentes que nos cuentan guarrerías, artistillas esforzados que lucharon para sí y tanta, tanta caca, nos gusta ver cada día, que hasta la echamos de menos si no la podemos ver.
Pero ser buenos padres, amigos, familiares, profesionales, ciudadanos; contribuir a que el entorno mejore (o siquiera no empeore), lograr que la vida sea mejor vida, exige multitud de pequeños actos que, en general, ejecutamos adecuadamente y que ¡gracias a Dios! jamás serán noticia.