Si el mando es poder, es también magia. Esa magia que tiene todo lo tecnológicamente incomprensible. Da a veces miedo, pero nos gusta mucho. Puede que sea lo que más nos gusta. Es una magia adictiva. La caja mágica es nuestra caja mágica: cogemos la varita de nuestro telemando, apretamos un botón y, no sabemos cómo, abracadabra, aparecen allí nuestros antípodas, los glaciares lejanos, las selvas tropicales, explosiones, volcanes, submarinos, follones, gentes de todas partes, policías, ladrones, truhanes, y la mujer del tiempo y la mujer hermosa y las torres gemelas y Bin Laden. Tocamos el botón y vemos baloncesto. Tocamos el botón y asesinatos. Otra vez el botón y mujeres y hombres enjaulados diciendo tonterías. En un gesto que nos acerca a dioses, tocamos el botón y quitamos y ponemos reyes, encumbramos o fabricamos juguetes rotos. Somos como Mickey, el aprendiz de brujo en la cocina, desbordados de imágenes.
Incluso, en ocasiones, tocamos el botón más difícil y aparece una imagen en negro que convierte la televisión en televisor. Es de nuevo el salón y la rutina… e incluso, en el silencio, la amenaza de nuestros pensamientos. Pero es tarde. Muy tarde. Algo habrá que dormir fundiendo en negro todo lo que hemos visto en nuestro sueño. Hasta mañana.
Use la televisión, no la consuma o será consumido por ella.
Mágica pero de magia antimágica: Ninguna sorpresa, todo previsible, los mismos pocos trucos repetidos hasta la naúsea, la magia más aburrida del mundo. Y, claro, la caja nada tiene que ver, pobrecita, son sus dueños los magos malos, los responsables del inefable pecado de aburrir a la audiencia. Pecado que a mi parecer debiera ser el undécimo de la tabla: «No aburrirás a tu prójimo» a menos, que le procures su deseada inducción al sueño….. ¡hay tantos insomnes, hoy en día! Si es que no hay mal que por bien no venga, Detenernos el cerebro, ¡eso si que es magia! Vean si no, qué dice STEVE JOBSS, fundador de APPLE COMPUTERS:
«RECURRIMOS A LA TELEVISIÓN PARA APAGAR EL CEREBRO Y A LA COMPUTADORA PARA ENCENDERLO».
Lo malo es que ni a Steve Jobss hace caso el tiempo (el progreso) y ya está la televisión metida en los ordenadores e internet metido en las televisiones. Eso ha anunciado la casa Panasonic para su próxima gama: navegar por internet en sus televisores, y claro, en un santiamén el resto de marcas lo harán también.
Ese «the end» cotidiano, ese fundido en negro del que nos habla Pepe Boza, me hace pensar en esos otros agujeros negros de los que dicen los astrólogos se producen cuando el equilibrio entre la temperatura del núcleo y la fuerza gravitacional de la superficie de una estrella se rompe, y ahí comienza la autofagocitación de la misma en forma de viaje inexorable hacia su extinción. ¿Porqué no pensamos en la estrella que somos, en nuestro núcleo y nuestra superficie propias, y empezamos a ocuparnos de su equilibrio? O pensamiento o autodestrucción. No hay otra.