Hace un par de días desfilaron ante mí las imágenes de las fuerzas armadas a través del intermediario mediático televisivo. Como siempre, desfilaron los símbolos: desde la patrulla acrobática hasta la cabra legionaria pasando por la siempre aplaudida guardia civil. Pero el botón selectivo de la realización escribió una sintaxis de alto valor simbólico buscando y ofreciendo otros primeros planos muy significativos por su novedad y su carga mediático-política.
El primer símbolo de símbolos cómo no, la ministra simbólica en la que la cámara se recreó de manera selectiva aunque seguro echando en falta la curva del embarazo que hubiera resultado muchísimo más simbólica llenando la pantalla de los televisores del contraste entre el machismo de la guerra y el feminísimo «mujer al mando». Quiero decir que buscando símbolos, hubiera resultado mucho más efectista el muy femenino ―que no feminista― embarazo, en contraplano con el hipermachista falo del cañón de un tanque, por ejemplo, poniendo de manifiesto de manera mucho más expresiva que nuestro ejército es siempre y sobre todo un ejército de salvación. No pudo ser.
Hubo otros primeros planos también de mujeres simbólicas desfilando en caballo mecánico o a pie para dar fe de que este ejército es ejército nuevo y paritario.
Otros símbolos en la imaginería de la retrasmisión fueron los emigrantes que componen nuestro nuevo elenco de tropa y marinería y que al realizador le parecieron suficientemente simbólicos de esa España moderna y abierta que ya somos pues prodigó también, como en el caso de las mujeres, la búsqueda de primeros y expresivos planos.
Y, por supuesto, no faltó el mefistofélico y recurrente primer plano del Presidente y sus cejas, símbolo de sí mismo, y que a ojos del realizador simbolizaba la España más moderna y progresista en una enorme vuelta de tortilla sociológica: esa izquierda hoy al mando de algo tan de derechas como la fuerza armada en contraste simbólico con el “coñazo” del jefe de la oposición derechona y carca que flotaba en el ambiente y en el rostro del circunspecto Rajoy. También estuvo el Rey, pero esa imaginería era como la cabra de la legión ya recurrente.
Ayer retransmitieron el desfile de las fuerzas armadas con el poderío de la fuerza de las imágenes. Vimos el desfile, sí. Pero vimos más cosas.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.