Lo que no sale en la foto no existe. Haití ha tenido la catastrófica desgracia de existir.

Una vez más los medios han acudido raudos a la cita, convirtiendo la realidad en noticia. Porque en el medioambiente simbólico la realidad no existe. La noticia sí.

Haití ha penetrado en ese Matrix virtual que es nuestro medioambiente compuesto por imágenes a las que nos enchufan mientras dormimos creyendo que estamos despiertos. Haití ha penetrado de golpe entre las sombras de la caverna platónica en la que confundimos las sombras de la realidad con la realidad misma.

Haití ha existido siempre, desde hace doscientos años, pero ahora podríamos decir que existe de verdad. Antes existía sólo en la realidad. Ahora existe en los medios. Es decir, tenemos los ojos llenos de Haití. Haití está en las portadas y en las conversaciones y de ese modo parece que haya entrado en nuestras conciencias.

Haití está de moda porque ha sufrido un terremoto. Pero Haití lleva sufriendo un terremoto continuado desde hace tanto tiempo como años ha estado fuera de nuestras pantallas. Un terremoto mucho más difícil de ver y por tanto de salir en la tele, pero con más muertos, más miseria y más niños abandonados que en este. Una vez más lo que no es obvio, es decir, estúpidamente visible, no merece el honor de llamarse real y no existe. Lo no visible de Haití está debajo de los escombros, oculto detrás de los muertos, fuera del alcance de las cámaras: las causas de la miserable pobreza, las soluciones a la radical injusticia, los remedios para la endémica corrupción.

Y esa estúpida prisa mediática porque la catástrofe se solucione deprisa: tan deprisa como muere la propia capacidad mediática de mantener viva la noticia que la propia catástrofe supone. Y cuando esa noticia muera, dentro de pocos días, Haití volverá a ser de nuevo una realidad oculta, inexistente, sin soporte mediático, desapareciendo de nuestros ojos, de nuestros labios y de nuestras conciencias mientras nosotros seguiremos dormidos entre imágenes nuevas, tomando café en el sofá de casa en medio de los Hormigueros, los Cambios climáticos, los Callejeros, los Rajoys, los Grandes Hermanos y los Zapateros de nuestro matrix medioambiental nacional.

Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella. Y, por favor, salgan de la caverna, despierten e infórmense de la realidad, esa realidad de todos los días que no sale en los telediarios, ni en el obvio Internet, ni en las mal llamadas redes sociales.