El Mundo daba cuenta ayer en su página de comunicación de la emisión por parte de TVE de dos vídeos de YouTube como imágenes de noticias falsas.
Las imágenes correspondían a realidades concretas. No eran, pues falsas. La mentira estaba en que ilustraban sucesos a los que no correspondían: un vídeo de una tormenta en un festival de música de Venecia ilustraba el desastre de Haití. El otro, una riada en el estado norteamericano de Maine, ponía imágenes a una supuesta catástrofe en San Lorenzo de Calatrava, Ciudad Real, que nunca ocurrió. En uno, existen los dos eventos: Haití y el temporal de Venecia, pero la unión de los dos crea una nueva realidad inexistente. En el otro, las imágenes de Maine, sustentan una noticia no sucedida. Ambos dan como resultado, noticias falsas.
Desde que Umberto Eco definiera Internet como «una gran biblioteca desordenada«, el desorden no ha dejado de crecer. «Creíamos que eran vídeos de agencia y no de YouTube«. Y esto sucede en TVE, líder de audiencia y por tanto con un enorme potencial de influencia medioambiental.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella y, en más de una ocasión, les darán gato por liebre.
Hoy me pongo de abogado del diablo. Para mí no son noticias falsas, sino ilustraciones erróneas de noticias ciertas. La de Ciudad Real, parece, es también errónea en el texto. Sería más que falsa (que también), inexistente.
Sin duda, el señalamiento de El Mundo, ha hecho que TVE rectificara, pero ¿qué interés puede tener TVE en dar o ilustrar noticias de siniestros físicos erróneamente? Yo no lo encuentro. Y véase con qué rotundidad pide disculpas la presentadora. Otra cosa es si TVE y en general las televisiones, trabajan con más o menos rigor periodístico. En este caso, es claro que con muy poco, aunque el error siempre cabrá en la labor humana.
Es verdad, que otros «errores» han sucedido especialmente en materia de información política y económica, por los cuales no se han pedido pedido disculpas ni se han rectificado. Sé que la tele es mala (de maldad moral) en numerosas ocasiones. Pero hoy no veo yo la maldad, la intención de engañar.
En todo caso, los hechos traídos por Pepe demuestran que la vigilancia y denuncia cívica de los «gatos por liebres» es un ejercicio necesario y saludable para la sociedad.