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En un breve librito publicado por Rialp, se recoge una conferencia de Fabrice Hadjadj, titulada «La Suerte de Haber Nacido en Nuestro Tiempo«, en la que además de reiterar las ideas que ya recogimos aquí en «Dios y los medios» sobre los límites de la tecnología para la evangelización más profunda por la desencarnación que supone su mediación, el filósofo hace algunas reflexiones interesantes sobre la tecnología y su repercusión en nuestra Medioambiente que, aunque de nuevo se inscriben en el ámbito teológico cristiano, son muy sugerentes para el estudio de los efectos en el ámbito de lo humano.

En el apartado 3 expresivamente titulado «La era de la tecnología y la exigencia de la austeridad», dice, entre otras cosas, lo siguiente:

«Nuestra época ya no es esencialmente la de la ideología, sino la de la tecnología» […] «Nos hallamos en la época del In vitro veritas, sea el cristal de las pantallas o el vídrio de las probetas»

Quizá por eso sea también la época del posmodernismo y de la posverdad porque la tecnología no conlleva sino técnica y no necesita sino de una fe ciega y una entrega entretenida en su eficacia. Por eso,  el relativismo no es tanto una doctrina sino que

«El relativismo es más bien el efecto del dispositivo mediático. Los medios de comunicación necesitan espectáculo y news. Ahora bien, para que haya espectáculo, es preciso un choque de posiciones y que estas se contrapongan; y, si solamente se trata de news, es preciso que esa noticia no sea Buena Noticia, que su novedad no tenga ningún impacto existencial, sino que nos coloque en una situación de espectador no comprometido, indignado pero pasivo, implicado pero entretenido». 

Y lo mismo ocurre quizá con la cuestión de género y la deriva de la bioética:

«Lo que hace que el hombre pueda presentarse como un sujeto neutro que construye su género es el hecho de que las biotecnologías reducen su cuerpo a una suma de funciones manipulables»

Y es que

«Los medios no son neutros. Podemos hacer nuestra la espléndida frase de Marshall MCLuhan»el medio es el mensaje». El medio impone su formato al mensaje. Si ese medio es el Mediador en carne y hueso (Hb, 8, 6) el formato se metamorfosea en forma divina, el precepto se transforma en presencia, el corpus en cuerpo, el anuncio en rostro y el mensaje en misterio. Si ese medio es informático […] todo se reduce a una información automatizada, y la presencia se transforma en descarga, el cuerpo en bits y píxeles, el rostro en «perfil» y el misterio en «mensaje», […] hacer del Evangelio la notificación de algo en vez del encuentro con alguien.».

De  nuevo la insistencia en la desencarnación sin rostro, la despersonalización del encuentro sin el cara a cara que plantea la mediación tecnológica:

«Aunque en las redes sociales podemos iniciar un «contacto«, este debe convertirse en con tacto: tiene que pasar a la dimensión del «tocar»…; y ese tocar no debe tener otro fin fuera de sí mismo: debe ser simplemente un lugar de comunión»

Nos sobran medios y nos falta encuentro y finalmente convertimos a los medios en pantalla protectora que nos evita los riesgos del directo:

«Nos hundimos bajo el peso de los medios que se interponen entre el prójimo y nosotros. [Porque] esa interposición nos protege de la exposición»

La división, la separación, empieza en el núcleo duro de la relación interpersonal:

«la familia sufre menos el ataque de la ideología que de la tecnología. Ya no nos reunimos en torno a la mesa familiar: cada uno come delante de la puerta de la nevera antes de regresar corriendo a su pantalla privada. Las familias se hallan rotas bajo su propio techo y el individuo que surge de ellas también esta roto, fragmentado, dividido en las distintas ventanas abiertas de su «navegador», que le impide el recogimiento»

Volver a la atención concentrada, el encuentro personal y el encuentro con la naturaleza, con lo que tiene consistencia física, volver a descubrir la carne que somos:

«Para que las personas hipnotizadas por lo virtual y por el atomismo vuelvan a abrir su espíritu, es preciso empujarlas a trabajar con las manos, a tocar un instrumento musical, a desbastar una madera, a cultivar un huerto  […] las exigencias de lo manual disipan los espejismos de lo digital.

El Verbo se hizo carne y se hizo carpintero. No es algo anecdótico. Quiso trabajar con sus manos la madera […] materia en latín»

«Ante la desencarnación, encontrar la carne»

Referencias

“Tablette vs table” en el blog

Dios y los medios, también en el Blog

La suerte de haber nacido en nuestro tiempo, Fabrice Hadjadj, Rialp, 2016