Gérard Imbert, El transformismo televisivo,Postelevisión e imaginarios sociales, Cátedra, Signo e imagen, nº 114, Madrid, 2008 (VI)
De cómo un intelectual , describe la telebasura como un forense describiría la descomposición de un cadáver. Sin embargo, ya advierte que su juicio no es un juicio moral. Cuando los intelectuales dicen grotesco, deforme, exagerado, extravagante, aberrante, escandaloso, burlesco, monstruoso, bufón, feo, cutre … se limitan a describir. Si lo decimos los telespectadores, estamos haciendo un juicio moral. En cualquier caso he aquí una «objetiva» descripción del Zoo televisivo. Un cadáver ante el que nos morimos todos un poco cada día, descomponiéndonos al mismo ritmo que lo hacen las imágenes que contemplamos en esa telerrealidad cada vez más alejada de la realidad.
Contrapeso contra la estética del buen gusto […] lo grotesco denota un gusto en la deformación … y se traduce en una tendencia a la exageración, la extravagancia, el detalle insólito, la manifestación aberrante
Crónicas Marcianas se inscribía plenamente en esta línea: polemización sistemática, […] teatralización, […] dramatización y crudeza verbal, búsqueda de lo escandaloso, atracción por lo monstruosos […] cuanto expresa una de-formación de la realidad, […] imitación burlesca. […] Parodia, […] números de imitación en forma de travestismo, […] Tendencia al desdoblamiento: Javier Sardá, … jugando continuamente con un estar dentro/fuera de la representación, pasando de un rol de poder a un papel de testigo […] ; Boris Izaguirre, alternando discurso racional-crítico y actuaciones paródicas, entre bufón grotesco, insolente, […] y «hombre de placer» cortesano, fiel lacayo del rey Sardá […] y el papel de bufones que desempeña la verdadera corte de co-presentadores que rodea a Sardá. Como en la Edad Media, bufones y payasos son vehículos de comicidad y consagración del principio carnavalesco que rige en la vida cotidiana. […] [Jugando con los límites:] límite de la aceptabilidad social … como si la realidad televisiva quedara fuera de la ley; límites de la estética más allá de lo bello/lo feo. … una televisión freak que pierde el sentido de los límites (Pág. 46)
Crónicas Marcianas está íntegramente basado en esta deformación de rasgos, extendida además al lenguaje, con la utilización teatralizada del insulto: Matamoros es excesivamente malo, cínico, demoledor de los demás, […] ; Boris es supergay, locamente loca, hiperteatral, barroco en su lenguaje; Galindo consciente y deliberadamente circense; Carmen Hornilla, además de malísima, […] tiene aspecto físicamente desagradable. […] Todos son la caricatura de sí mismos. […] temas tratados … tampoco escapan de este tremendismo: […] incesto, sadismo, violencia doméstica, crímenes contra natura… (Pág. 108) […] Una especie de bestiario de la naturaleza humana que sería aquí como el simétrico inverso de la humanidad de los animales sabios de las fábulas de Esopo […] : una antimoralidad sistemática, […] un carnaval de actitudes estrafalarias, […] una desestabilización de los valores con una confusión entre lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo […] más allá de toda idea de buen gusto.
Un exhibicionismo […] un exagerar la apariencia […] : un exceso en el vestir, en el maquillaje, […] es patente en la estética de muchos personajes femeninos que intervienen en los talk shows […] que hace de ellos personajes fellinianos a veces, representantes de una hiperfeminidad, no tan alejada, al fin y al cabo, del travestismo; esto es, una hipervisibilidad de los rasgos propios del género femenino, pero con una exageración tal que les hace parecerse a unos travestis. La mujer, entonces, es su propia caricatura, lo mismo que travesti es una caricatura de mujer. (Pág. 109)
Hay, en esta exhibición del cuerpo y de la intimidad, una saturación sígnica, que hace de la neo-televisión un verdadero «zoo visual», algo profundamente grotesco, barroco, deliberadamente al margen del equilibrio, … desmesurado, desproporcionado, casi fuera de lugar. (Pág. 110)
La televisión se recrea cada vez más en lo feo, lo cutre, lo monstruosos, todo cuanto se sale de la norma, es atípico, de acuerdo con la lógica del contenedor: no sólo de basura sino del «programa-contenedor», en el que todo cabe y se mezcal, está junto y revuelto (Pág. 111)
«Lo anormal, lo extravagante, lo excéntrico, lo estrambótico; exactamente lo monstruoso social e individual» escribía Juan Cueto (El País Semanal) enlazando la película de Todd Browing La parada de los monstruos (1932) con la televisión (Crónicas Marcianas, Hotel Glam) y el cine actual (Santiago Segura, Álex de la Iglesia, Mortadelo y Filemón)(Pág. 112)
Bernardo, Chiquito de la Calzada, … Alfonso Arús, … la gente extraña, enferma, visionarios y santones del Força Barça de TV·, … Pepe Navarro, La Veneno, Carmen de Mairena, .. Pocholo, Yola Berrocal, Tamara…
[…] el Neng, parodia de pastillero, atajo de tics verbales y gestuales, que lleva hasta su máxima expresión el vaciado de contenido, hasta reducir el personaje a una especie de pelele, presa de su código expresivo y de su frase muletilla.
El Neng es un falso tonto, un inútil simpático, un drogado inofensivo; todo en él es estar y no estar, descolocación, cuelgue, […] es feo y gracioso, ambivalente; lo mismo que la Veneno es un híbrido, …al igual que Carmen es monstruosa por su fisionomía, […] En el fondo son todos monstruosos, aunque no repelentes. Proceden de una deformación, de una pérdida de unas formas originales […] formas informes. […] La desfiguración de la realidad o la «telebarbaridad». (Pág. 113)
Hoy, ¡nada más infiel a la realidad que la telerrealidad! […] : la televisión no promociona artistas consumados, ya realizados, sino que los engendra, produce talento, fama, look y los convierte en marcas. (Pág. 115)