Si el otro día fue Pedro, hoy es José Luis el que me “fabrica” la entrada. En su comentario a «El poder del sonido» nos decía: «la verdad del fenómeno al que alude estaría mejor precisada si escucháramos «The power of word». Es la palabra la que «llega profundamente al corazón», antes y más que otros sonidos, porque es la palabra lo que más necesita el corazón de los hombres. […] Oír palabras es lo mismo que experimentar una suerte de unión con el género humano, no estar solo, […] el vehículo primero y principal para sentirse comunicado ―en comunión― con quienes no son «yo», pero me hacen «a mí«».
Tengo un libro heredado de mi padre. Una edición de 1912 encuadernada en piel, con el título incrustado en oro que parece tan antiguo al lado de un IPad como el blanco y el negro de las palabras que encierra. . Las palabras de José Luis me lo han recordado, lo he abierto y he leído lo siguiente: «Dice Raimond Llull que todo cuanto se puede sentir por los cinco sentidos corporales, todo es maravilla; pero que como el hombre siente a menudo las cosas corporalmente, por esto no se maravilla; y que lo mismo sucede con las cosas espirituales que el hombre puede entender.
Así pues, yo creo que la palabra es la maravilla mayor del mundo porque en ella se abrazan y confunden toda la maravilla corporal y toda la maravilla espiritual de nuestra naturaleza.
Parece que la tierra use de todas sus fuerzas en llegar a producir el hombre como a más alto sentido de sí misma; y que el hombre use toda la fuerza de su ser en producir la palabra». (Maragall, J., Elogios, Edimar, S.A. Barcelona, 1912, pág. 73)
Y aún he recordado otro texto, este de Sartori en su imprescindible y agudo Homo Videns: «Lo que hace único al homo sapiens es su capacidad simbólica. […] Y la capacidad simbólica de los seres humanos se despliega en el lenguaje”. Y aunque el término se aplica a diferentes formas de expresión humana, el lenguaje esencial que de verdad caracteriza e instituye al hombre como animal simbólico es el «lenguaje-palabra». […] El hombre es un animal parlante, un animal loquax «que continuamente está hablando consigo mismo» (Cassirer, 1948, pág. 47)[…] Y no sólo el comunicar, sino también el pensar y el conocer que caracterizan al hombre como animal simbólico se construyen en lenguaje y con el lenguaje». Y añade que «el pensar no necesita del ver» poniendo el ejemplo de «cómo un ciego no está obstaculizado en su pensar por el hecho de no poder ver las cosas en las que piensa. A decir verdad, las cosas en las que pensamos no las ve ni siquiera el que puede ver: no son «visibles”»
Esa mirada a ninguna parte de los personajes del espot que la cámara recoge en ese travelling circular, no es una mirada perdida. Es una mirada más allá de la imagen. Es una mirada al mundo imaginario del interior creado por el poder sugestivo del sonido: el poder de la palabra.
Bellísimas e impagables citas las que nos traes. A mí me gusta más la del libro de tu padre porque eso de que en la palabra «se abracen y confundan toda la maravilla corporal y toda la maravilla espiritual de nuestra naturaleza» … me ha dejado suspendido en puro gozo. Las reflexiones anterior y posterior son también de gran fuste y muy hermosas. Así que muchísimas gracias, Pepe.
Lo de Sartori es muy bueno, desde luego, pero suena más «actual», menos «inspirado», más «frío» ¿no? Por cierto, si los ciegos no precisan ver para pensar con palabras, pienso que los sordos no necesitan oír, ni los mudos hablar, para igualmente disfrutar de la palabra. Carne y espíritu enlazados tendrán que ver con ello.
Qué lástima que el hombre moderno occidental se haya prestado a la ablación de la parte espiritual de su naturaleza, por que: ¿somos aún realmente personas? Tal vez sí, pero sin duda personas con un alto grado de DES–INTEGRACIÓN.
Cierto. El acto de leer, además, es un viaje al interior del autor, de los personajes, del contexto y del mismo lector. Cuando tienes un libro entre manos y la lectura se queda paralizada en un párrafo, una líneas o una situación, ese libro ha logrado transformar e ir más allá de sus propias páginas.
O aquellas palabras que movieron corazones y mentes en boca de políticos, mitineros, cantantes, educadores, familiares… Una palabra de otro que puede hacer que cambies de opinión, veas la chispa que te hacía falta para vislumbra por fin la vocación no alcanzada.
En mi caso personal, las palabras son capaces de devolver vidas, pues tanto mi abuela paterna como un tío abuelo eran escritores.
Un saludo.
Los sordomudos, José Luis, si lo son de nacimiento, son un caso aparte: tienen un serio problema de aprendizaje lingüístico que resuelven convirtiendo en gesto el simbolismo de la palabra. Es un tema complejo y muy interesante.
Ya se te veía sangre de letras, Negre.