Todavía está en las vallas la campaña de GolTV para vender el enfrentamiento Madrid-Barcelona como si de una lucha de gladiadores se tratara. Antes, el mismo entrenador catalán Josep Guardiola, proyectó el vídeo de arriba al vestuario del Barça.
En un post anterior, distinguía yo entre fútbol, Fútbol y FÚTBOL, tres categorías que aludían a las tres capas que, a mi juicio, tiene el fenómeno actual del balompié: el deporte, el espectáculo y la virtualidad que han creado los medios convirtiendo el espectáculo en un inmenso negocio de ficción.
Aplaudo la práctica del fútbol. Me gusta el espectáculo del Fútbol. Me escandaliza el negocio virtual y mediático del FÚTBOL. Sé que para cualquier aficionado no tiene precio el que su equipo gane. Pero no tener precio quiere decir exactamente que no es una cuestión de dinero, sino que el placer que se obtiene cuando su equipo gana no se puede comprar ni vender porque es una sensación que pertenece al ámbito de los afectos y y de las emociones, de los sueños y de las fidelidades, …no al económico. Es algo que está por encima del dinero. Sin embargo, ese mundo afectivo, complejo y tremendamente rico en matices, es una vez más pervertido por la economía de consumo y de ficción convirtiendo el amor a los colores del club en una máquina de hacer dinero. Para el aficionado no tiene precio, pero para la empresa deportiva, para los “profesionales”, y sobre todo para los intermediarios de la prensa ―que en este caso más que en otros son juez y parte porque generan también sus beneficios no de la intermediación informativa, sino de alimentar el negocio―, para ellos sí que tiene un precio. ¡Y vaya precio !
Hoy ―tienen razón Guardiola y los de la campaña―, en el nuevo e incruento Coliseo mediático, los nuevos gladiadores se ganan el favor o el odio de las masas. Las masas se han hecho algo más grandes porque las gradas, además de en los estadios, están en nuestras casas a través de las pantallas. El negocio ha crecido exponencialmente y, como tal negocio, el FÚTBOL gana cada vez más terreno en los informativos gana páginas en la prensa y extiende sus dominios a toda la semana y a toda la parrilla radiotelevisiva. Y, a no ser de un infarto, nadie muere en la arena.
Solo espero que el FÚTBOL, no pueda con el Fútbol y no acabe de pervertir al fútbol.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.
Recuerdo a los progresistas del franquismo que despreciaban el fútbol como el opio del pueblo, la adormidera del régimen, desde esa miopía político-sectaria que les caracteriza. Hoy callan. Y aplauden en los palcos VIP de los anfiteatros en los que las masas se apasionan.
Tengo ya años ¡ay! para haber vivido en primera persona acaloradas discusiones «ideológicas» al respecto de lo que comenta Verbum. Se me hinchaban las yugulares defendiendo que no, que el fútbol no era usado por el Régimen como adormedera del pueblo, que cuando estuviéramos en democracia pasaría lo mismo o más. Luego llegaron «ellos» y así ha sido. En España y en el mundo.
Recordarás, Verbum, que además del fútbol también la religión era el otro opio del pueblo, según decían repitiendo -sin reflexión- lo que sabían que había escrito -pero no habían leído- Carlos Marx, su dios. Su icono vampirizado para aparecer en sociedad como contra-políticamente correctos, progresistas, modernos, solidarios, guays. Hoy, sin pensarlo detenidamente, creo que todos ellos -mis amigos de entonces- se han ubicado «magníficamente bien» en la sociedad. Vamos, que ya no aprecian opios de ésos, salvo cuando gobernó Aznar. Porque aunque mucho más ricos que los demás, siguen siendo de izquierdas, políticamente correctos, progresistas, solidarios, modernos, guays, …..
Por cierto, no sé qué efecto pudo causar en los jugadores del Barsa la proyección de ese vídeo en el vestuario, pero a mí me parece un mal vídeo. Mal realizado, peor montado y bastante infantil. Pero ¿qué entiendo yo de vestuarios y plantillas? Nada.
güays ¿?
j.l.