Llevo ocho días fuera… de juego. Y no he podido jugar por una de esas falacias de las fantásticas ofertas tecnológicas que nos venden con el adjetivo de nuevas. Otra vez la distancia entre la publicidad y la realidad, entre el medioambiente simbólico y la vida. No voy a aburrir al lector con un relato de mis tribulaciones de consumidor tecnológico, pero sí que quede constancia de que tras el logo verde de Moviestar no hay alma. Ya saben: contratas, no funciona, llamas, musiquilla de espera, no saben no contestan, desesperación, distintas voces, nadie es responsable, etc…
En fin, he estado fuera. He pasado unos días en la Alpujarra granadina, una zona preciosa con pueblos construidos en un terreno imposible, con una blancura bellísima, a los pies de Sierra Nevada. He subido al techo peninsular, el Mulhacén, y he coincidido en Granada -en vivo y en directo- con el circo mediático de la visita de Michelle Obama. He vivido el contraste entre el medioambiente espectacularmente puro de la cumbre y el medioambiente simbólico en estado puro de la caravana mediática.Una cumbre en la que no hay nada y te encuentras con todo; un fenómeno de circo en el que están todo y todos, pero no hay, en realidad, casi nada. Del localismo Alpujarreño a la globalización mediática : una caravana circense que imitaba al cine y así era contemplada por un público entregado desde las aceras atento al espectáculo formado por la comitiva, la policía y las cámaras. Un público que construye el espectáculo y es a la vez parte de él pues, una vez más, si no hubiera nadie mirando, no habría nada que mirar. De este otro modo:1400 imputs informativos en cuatro días de estancia, 20 millones de euros en publicidad gratuita para Granada y Marbella, incalculables beneficios turísticos en forma de prestigio de marca.
Así es nuestra realidad simbólica. El problema es cómo vivir en ella.
He estado quince días sin televisión, sin radio, sin prensa. He estado fuera físicamente, pero también he estado fuera simbólicamente. He vuelto a la realidad: de nuevo me muevo entre la breve y trágica referencia a sesenta jóvenes iraquíes muertos en un atentado en Bagdad, el cumpleaños de Madonna, la eficacia antiarrugas de Snake cream fabricada con veneno de serpiente, la programación enlatada de las televisiones… la vida misma otra vez.
Ya saben: vean televisión, oigan la radio, lean la prensa… pero no las consuman o serán consumidos por ellas.
«Fue lindo mientras duró». Así se despiden ahora, las parejas que tras una convivencia fracasada, entierran bien bien enterrado (para que no «resucite») todo sentimiento de haber sido unos perfecto inútiles ante los problemas de la vida, y «rescatar» sólo el lado «lindo» (lo que les divirtió) de lo que ya no es. Y así, la siguiente, y la siguiente, ….
Me viene esto a la cabeza, porque sin duda esperar en las aceras ver pasar una comitiva de coches «haigas» tiene su imán, su gancho, como todo circo. Pero la vida no está en el circo nuestro de cada día, sino en lo alto del Mulhacén.
Yo mismo me aposté tras una valla y esperé más de media hora para ver pasar por delante la comitiva que traía a Mickel Jackson a Zaragoza. Todos los cristales eran negro azabache, el paso de los coches debió durar unos tres segundos ….. y yo me fui a casa avergonzado de mí mismo.
José Luis.