Ayer murió definitivamente CNN+. Pero si la noticia es triste en sí porque desaparece una canal informativo, se vuelve aún más amarga y muy significativa para el panorama televisivo actual y sus tendencias, porque va a ser sustituido por un el Gran Hermano Perpetuo.
Del «está pasando, lo estás viendo» de las noticias plus al «no está pasando aunque lo estés viendo» de la jaula acristalada; del trabajo de un grupo de profesionales de la información que se quedan en paro, a la exposición pública de un grupo de parados que holgazanean en público; de las 24 horas de información de Prisa y Sogecable a las 24 horas de telebasura de Telecinco.
Lo dicho: doblemente triste, por lo que se va y por el vacío que viene a llenarlo.
Hoy la televisión es mucho más pobre que ayer, pero aún parece que lo será menos que mañana.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.
Lo que viene tiene solución, no se ve GH, igual que hasta ahora y arreglado. Lo que se va ya es peor o más triste. Los informativos de CNN+ y el formato ágil de sus debates tenían su interés. Los invitados que desfilaban por sus estudios solían ser de fuste y no se apreciaba en la línea de la cadena un excesivo escoramiento sectario.
También es verdad que CNN+, en tanto que parte del grupo Prisa, perdió (o entregó, no lo sé) buena parte de su independencia profesional, hasta prestarse a ser un «instrumento del poder»: ¿Cómo se sostiene sino una empresa «privada» que arroja en su balance unas pérdidas de 4.500 millones de euros? Que luego CNN+ se «distancie» del Gobierno, previo distanciamiento de éste en favor de la La Sexta, no me parece especialmente valeroso.
Pues eso. Las empresas privadas deben competir en el mercado por sí mismas y con sus propios medios. O al menos en igualdad de condiciones unas y otras.
José Luis