Aunque la tele se pasa todo el año intentando dar la campanada, cuando propiamente lo intenta es la noche de fin de año que se acerca. Esa noche en que se pasa por la tele el anuncio más caro: el último y, lamentablemente, el primero de una larga serie. Esa noche en la que, desde hace tiempo, cada televisión compite en hacernos ver que somos cada año más idiotas a tenor de las complejas y prolijas explicaciones alrededor de cuál es la primera de las campanadas que suman doce.
Se podría hacer un estudio sociológico de la cutrez continuada ―de los cristales rotos que decíamos el otro día― en la que hemos ido cayendo desde que hace 20 año se inventaron las privadas, siguiendo los modelos y presentadores que cada año se llevan el gato al agua de la audiencia en esa noche mítica, hasta llegar a la cima del fondo, si se me permite expresarlo así, cuando el año pasado 3.025.000 de hogares decidieron terminar y, lo que es peor, empezar el año junto a Belén Esteban y su mentor de Sálvame dando la medida de hasta qué punto la crisis en este país no es sólo económica.
Parece ser que este año, Sara e Íker ―esos personajes que, por serlo, es decir, por ser tan nuestros, no necesitan apellido― prefieren tomar las uvas en su casa junto a los suyos y han rechazado jugosas ofertas para acompañarnos en la sobremesa de la última cena anual. Al menos eso dicen que dicen las revistas de lo del corazón. ¡Qué pena! ¡Con lo bien que quedaría y lo comentado que sería por las opiniones pública y publicada otro beso televisivo tras las uvas!
Es morbosamente divertido imaginar a los sesudos talentos de cada cadena sudar alrededor de una mesa estudiando candidaturas para convertir en espectáculo el tradicional acto de atragantarnos las uvas con el reloj de la Puerta del Sol y lograr meterse en más casas que las demás dando la campanada. A saber qué se les ocurrirá ―y a saber lo que rechazarán―: ¿Qué tal tomar el cava con Milá y todos los extraterrestres del oligoprograma de Gran Hermano metidos en la piscina de la casa de Guadalix?… No les demos ideas.
Vean televisión, no la consuman o serán consumidos por ella.
Pues yo he dicho hoy en la peluquería que Iker y Sara no querían otra cosa que tomar las uvas junticos en su casa y me ha dicho la peliuquera que no, que Sara y otras dos compañeras sí van a darnos las uvas (supongo que en T5), así que me quedado muy triste por el pobre Iker que sólo podrá ver a su chica como los demás mortales, por la tele.
Este año, en casa, probaremos a tomar las uvas oyendo la radio (alguna referencia hay que tener) y a ver qué tal. A lo mejor es más divertido.
¡Felices uvas!
José Luis