A pesar de las veces que en este blog se han descrito de mil maneras las consecuencias de las tecnologías y la influencia de los medios, ¡qué gran verdad encierra la afirmación de que el contexto de uso es fundamental a la hora de evaluar los efectos!
Efectivamente. El contexto en el que se ve la televisión y en el que se usan las tecnologías influye decisivamente en cómo se usan y en cómo influyen en el que las usa.
El receptor en ningún caso es un molde de cera virgen en el que se graban efectos e influencias de los mensajes mediáticos. Cada receptor es un ser humano activo que forma parte de un contexto social, familiar y cultural que condiciona enormemente su modo de afrontar las pantallas. Su experiencia, su carácter, su capacidad lectora, el estilo educativo de sus padres, el colegio al que va, sus amigos… todo está presente en el momento en el que hace uso de las tecnologías, elaborándose tantas respuestas como individuos.
Por eso es decisivo el consejo de no dejar solos a los niños frente a las pantallas. La presencia y el acompañamiento sacan al niño de su aislamiento dual –él y la pantalla- para formar un triángulo en el que todo lo que al niño le llega pasa antes por el vértice de la presencia del adulto.
Por eso es decisiva la presencia familiar fuerte y dinámica en el ámbito doméstico. Donde hay familia, la tecnología y su uso pasan a un discreto segundo plano. Cuando la familia desaparece, ese hueco es rápidamente ocupado por las pantallas.
Cuanto menor es el nivel sociocultural no sólo del menor, sino del individuo, más espacio deja a la influencia directa y totalizadora de las imágenes.
Cuanto más densa y consistente es la formación verbal de la persona, más capacidad de análisis, más agudo el sentido crítico, mejor y más aprovechado es el uso que hace de las mal llamadas nuevas tecnologías.
En los comentarios de ayer, a partir de una observación de Pedro, nos planteábamos el futuro de las relaciones de los usuarios con los medios. Hablaremos otro día del futuro. Pero en el presente las cosas ya son así. Nos preguntábamos cómo cruzar el abismo. El puente a los adolescentes siempre somos nosotros, los adultos: sus padres y profesores. Hay que llegar a padres y profesores para convencerles de que tienen un papel fundamental en la creación de ese contexto necesario.
Usen las pantallas, no las consuman o serán consumidos por ellas.
Es cierto. Una de las claves es el contexto y, sin duda, la palabra. Creo que es necesaria la palabra en el hogar, y la palabra crítica y desmaquillante. No cuesta tanto. Utilizar la televisión como pre-texto para elaborar el texto oral en casa; mi experiencia, a ese respecto, es gratificante (con publicidad, con series…)y se consigue, al menos, despertar una cierta actitud crítica y de distanciamiento, que es lo fundamental para evitar, como una alumna me dijo el otro día, que cuando sea mayor de edad, entre en GH. La palabra en casa, porque la televisión genera silencio y sumisión ante sus dictados. Palabra y rebeldía crítica.
Pedro.