Es un titulazo para un post. Pero no es mío. Pertenece a uno escrito por  Javier Pérez de Albéniz en su Descodificador y del que transcribo una parte literal. Salvo la declaración de marras que se comenta y que es desperdicio puro, no tiene desperdicio.
«Alejandro Echevarría, presidente de Telecinco, ha comentado en público la buena salud del mercado televisivo español y “la calidad de sus programas”. Como cuando hizo esa reflexión el señor Echevarría no estaba sobre el escenario de “El club de la comedia”, sino en una conferencia sobre “Los retos del sector audiovisual”, será cuestión de tomarse muy en serio sus palabras. Sus sabias palabras, puesto que Echevarría, responsable de la cadena más cutre, chabacana y miserable de la historia de España, sentenció la charla con una frase memorable: Se hace la televisión que quieren los ciudadanos”.

Echevarría se lava las manos y viene a decir que los ciudadanos no quieren calidad, quieren mierda. Él, como máximo responsable de Telecinco, está capacitado para hacer una televisión excelente, dos o tres “Boardwalk Empire” a la semana sin despeinarse, pero los ciudadanos españoles no están a su altura. Es bien sabido que el pueblo llano no tiene criterio, y de la misma forma que antes se alimentaba de pan y circo, ahora exige programas de Ana Rosa, “Mujeres y hombres y viceversa”, “Sálvame” y “Enemigos íntimos”. Son tan zoquetes que han obligado al pobre Echevarría a sustituir CNN + por “Gran Hermano”. Los ciudadanos no tienen preparación, admitámoslo, y los directivos de televisión no han venido a este mundo para educarles, que para eso están los colegios, sino para forrarse administrando al populacho la dosis diaria de excrementos que exigen sus resecos cerebros. Telebasura».



Me sorprende por la novedad la durísima reacción del bloguero ante las palabras del directivo porque lo que ha dicho Echeverría, lo viene diciendo casi todo el mundo desde que hace casi 25 años empecé yo con esto de las pantallas;  y no sólo directivos de televisión, sino periodistas, tertulianos de todo pelaje e incluso los mismos telespectadores. 

Desde que se inventó el afortunado y ya gastado concepto de telebasura hasta ­―literalmente― anteayer, aquí el último culpable de la degradación del medio y de la sociedad ha sido el telespectador. Fórmulas como «cada espectador tiene la televisión que se merece», «siempre se  puede apagar el televisor», «¿quién tiene el mando?», «los audímetros no mienten», «la televisión es la democracia más pura», «las televisiones privadas pueden hacer lo que quieran porque son privadas» …, nos eran arrojadas a las Asociaciones de Usuarios con prepotencia,  con conmiseración y con media sonrisa, cuando defendíamos que “las encuestas de audiencias no expresan lo que la gente quiere, sino únicamente lo que la gente ve y que la supuesta sanción democrática  de los audímetros  y las audiencias, se basa en una ecuación falsa que pervierte y pone en peligro la democracia misma ya que disfraza de mayoría numérica lo que no es sino una única propuesta uniforme y unidireccional”. (Vid. Manifiesto de las Asociaciones de Telespectadores).

¿Será que están cambiando las cosas?