Escribe Baricco:
La memoria de lo que sucedió en el siglo pasado. … dos guerras mundiales y una guerra fría… suscitó, inconscientemente, una arraigada desconfianza hacia … esa idea de espiritualidad y de culto a la profundidad que se encuentra en la raíz de ese desastre. (pág. 147)
Son los años 60 que creíamos superados, pero que han vuelto, pero sin grafittis, sin barricadas y sin revolución, ni siquiera sexual, es decir, sin ideas.
Los bárbaros tienen escaso aprecio por la historia
En esto se parecen a los medios audiovisuales de los que se alimentan
… el movimiento instintivo con que evitan el poder salvífico del alma se parece mucho al del niño que se aleja de tubo de escape con el que se quemó. (pág. 150)
El escaso tiempo que … dedican a los pensamientos ¿nos os parece un sistema para prohibirse ideas que puedan generar idolatrías? Y ese modo de buscar la verdad de las cosas en la red, y que mantienen en la superficie con otras cosas, ¿no os parece una estrategia infantil pero precisa para evitar hundirse en el abismo de una verdad absoluta y fatalmente parcial? Y el miedo a la profundidad … ¿no es un …. desconfiar de cuanto tiene raíces demasiado profundas … que se acercan peligrosamente al estatuto del mito? Y la continua degradación de la reflexión .. ¿no es un antídoto contra las ideas propias? … [¿no será] la barbarie una especia de inmensa vanguardia convertida en sentido común? … tienen miedo a pensar en serio, a pensar a fondo, a pensar en lo sagrado. (pág. 151)
O sea que la muerte de la verdad, la invasión del relativismo, no son una consecuencia de un desvarío intelectual, sino de la falta de madurez que conduce a estrategias infantiles. ¿Habrá que hacer que los bárbaros maduren y se enfrenten a la verdad de la realidad o habrá que dejarles en el Matrix virtual permanente pensando que la mentira en la que viven es la realidad…? Y todo para que no haya guerras, es decir, para que no sufran o no arriesguen o no se equivoquen. Mejor la mentira que la guerra. Mejor la alienación que la guerra. Mejor la opresión –siempre que sea dulce- que la guerra.
Escribe Baricco: «La memoria de lo que sucedió en el siglo pasado. … dos guerras mundiales y una guerra fría… suscitó, inconscientemente, una arraigada desconfianza hacia … esa idea de espiritualidad y de culto a la profundidad que se encuentra en la raíz de ese desastre.» (pág. 147)
La verdad, no soy capaz de identificar cuáles fueron esas ideas de espiritualidad y esos cultos a la profundidad, que condujeron, (dice Barricco por boca de sus bárbaros) a los desastres bélicos más importantes del siglo pasado. No tengo una buena formación histórica y encima hablo de memoria pero, por lo que creo saber, en aquellas décadas el mundo era una cuestión de Stalin, los fascismos y sus precarios ejes, y las democracias occidentales. Todo fue «expansionismo» territorial, político y económico: invasiones, ocupaciones, exclusiones, negocio, capitalismo, … Una especie de frenesí por alcanzar el control del mundo, el máximo PODER posible. Pienso a menudo en los millones de muertos, de vidas privadas de libertad, y me da mucha pena que fueran tributo de unos perfectos locos. Estas consideraciones me hicieron, ya desde mi juventud, odiar las guerras: no arreglan nada y empeoran todo. Pero a esta conclusión pude llegar y he podido mantenerla, gracias a la contemplación de la conducta humana a través del principio de la propiedad de la vida, que sólo es un don de Dios (idea típicamente espiritual) y del culto a la profundidad de mi existencia, de mi responsabilidad en ella.
No sé si se trata de que no comprendo las palabras de Baricco, o es más bien que son ininteligibles. Lo peor sería que fueran palabras «gratuitas».
¿Alquien puede echarme una mano a entender a Baricco? Si no, tampoco pasa nada que sea muy importante.
José Luis
«… el movimiento instintivo con que evitan el poder salvífico del alma se parece mucho al del niño que se aleja del tubo de escape con el que se quemó.» (pág. 150)
O sea, que estos bárbaros se apartan de sus almas, así las «huelen cerca» de sí, y ello por «evitar» su poder salvífico. Volver a quemarse. Y esto, claro, es una «estrategia infantil pero precisa para evitar hundirse en el abismo de una verdad absoluta y fatalmente parcial.»
Por muy bien escritos que estén, ¡¡¡ ya está bien de TOPICAZOS ateos, agnósticos, relativistas y librepensadores!!! Si no tienen fe, que la pidan, y si no quieren pedirla sino «destruirla», al menos que usen la lengua con el mismo rigor que nos exigimos los demás y que estudien siquiera algo de filosofía -que es una ciencia- ¡¡¡ caramba !!!
A ver: una verdad absoluta no puede ser parcial; y al revés: una verdad parcial no puede ser absoluta.
Otra más: «…. que se acercan peligrosamente al estatuto del mito?» Los mitos de la antigüedad constituían una cosmogonía, una manera de explicarse el mundo -como otra cualquiera- pensada por un pensamiento prelógico, justamente por un pensamiento mítico. ¿Quién conoce el «estatuto» del mito? Nunca me hablaron de él, ni nada he leído al respecto. ¿Y ése peligro? ¿En qué consiste?. ¡¡¡ Ya está bien de dejarnos engañar por la omnisciente progresía antirreligiosa !!!
Los tópicos aireados por el agit-pro (agitación y propaganda) de izquierdas, que no buscan otra cosa -desde siempre- que arrancar de las personas su relación trascendente con el Absoluto, sí, con Dios, constituyen un perfecto ejemplo de lo que denuncian: dogmatismo puro y duro. Y rancio, muy rancio. Me temo que no hay bárbaros, sino muchas ganas de que los haya por parte de los predicadores, escritores, presentadores, actores y demás piezas precisas en la maquinaria de la «intelectualidad» antirreligiosa.
El alma personal no tiene ningún poder salvífico «per se». Necesitó ser creada primero y salvada -redimida por su Creador- después. Para salvarnos necesitamos poner en acción nuestras potencias y orientarlas, libremente, hacia el Bien. Esto por nuestra parte; por la de Dios -Creador nuestro- sabemos por la gracia de la fe que su bondad y misericordia todo lo alcanza y nuestras limitaciones serán exculpadas, como lo fueron las del Hijo Pródigo, por su Amor de Padre.
«Y la continua degradación de la reflexión .. ¿no es un antídoto contra las ideas propias? … [¿no será] la barbarie una especia de inmensa vanguardia convertida en sentido común? … tienen miedo a pensar en serio, a pensar a fondo, a pensar en lo sagrado.» (pág. 151)
El problema con Barrico es que resulta imposible saber «dónde» está. Lo oculta, una y otra vez. No creo que se trate de un recurso, sin más. Esa acción tiene que perseguir un efecto, estoy seguro, aunque de momento no lo haya percibido. La cita de la (pág. 151) es buen ejemplo de lo que acabo de decir:
Es muy sospechoso que Baricco no haya hablado en su ensayo, de la participación de los medios audiovisuales de comunicación en la descripción de sus mutantes. No puede ser un olvido. El mutante de Baricco acaso sea, nos dice, una vanguardia del «sentido común» al haberse administrado un antídoto contra la posibilidad de tener ideas propias, gracias todo ello a la degradación de capacidad de reflexión. ¿Acaso no es un retrato del Homo Videns más acabado? El homo videns, no tiene un espacio mental propio, le ha sido ocupado «manu militari» por los activistas antirreligiosos. Sin espacio mental propio, no cabe tener ideas propias ni reflexión personal, porque no hay sitio, ¡¡¡ ya no cabe nada más !!! Bueno, casi nada más, porque siempre habrá espacio para la basura: se acumula y se tira todos los días, por la noche. Este hombre no es que tenga sentido común -en sentido propio-, es que sólo tiene sentido -experiencia de sentido- en común -en común con la sociedad homovidente -. Está al borde mismo de perder su ser y pasar a ser de otros seres: de sus «programadores».
Pero esto podemos tratarlo en otra ocasión.
José Luis