Como dice Marina en la introducción que justifica este blog, los seres humanos no somos geranios que dependen de la calidad química del aire y el agua. Respiramos no sólo aire, sino valores y creencias. Sin parar y sin darnos cuenta tragamos imágenes, modelos, estereotipos, ideas que pasan a formar parte de nuestra atmósfera, contaminándola y funcionan después como ingredientes de nuestros sentimientos, son canon para nuestras aspiraciones y criterios para nuestros fracasos o alegrías: pasan a ser nosotros.

Desde 1957 en que se envió al espacio el primer satélite, 4600 le han seguido después. Sólo 800 permanecen operativos, el resto flota en el espacio como basura espacial.

He visto una película que era una estupidez, un anuncio, una serie, un tomate, un hermano o una Patricia. No es sólo diversión pura y dura ni pérdida de tiempo. Es también polución. He incorporado a mi ser centenares de imágenes absurdas, referencias inhumanas y estereotipos estúpidos que forman parte ahora de mí mismo. Están en mi memoria llenando de partículas la respiración de mi pensamiento; contaminan el aire de mi espíritu, ensucian de chapapote las costas de mi sensibilidad convirtiendo mi capacidad de disfrutar en matarratos de vulgaridad zafia. Soy, en definitiva, un poco más estúpido, absurdo e inhumano que antes de haberlos visto.

Somos lo que comemos y lo que respiramos, pero también lo que vemos y oímos. Existe la comida basura, pero también, no lo olvide, la basura simbólica. Busque, compare, seleccione, rechace y proteste: todo su ser, siempre en desarrollo, se lo agradecerá. Y vea televisión, no la consuma o será consumido por ella.