Sólo el dinero es capaz de romper las leyes de la física. Y es que hoy se juntan el agua y el aceite. La cadena del editor planetario y la del payaso de la tele —Antena 3 y la Sexta— se fusionan. Y es que ya lo dijo hace un año el consejero delegado de la Sexta Sr. Contreras con una bonita escalada de adjetivos: «si hace dos años la fusión era «posible» y hace un año era «aconsejable», ahora es «necesaria» y dentro de un año será «imprescindible»». Ha pasado un año y lo imprescindible se ha hecho verificable.
¿Qué supone esta fusión?
Para el grupo Antena3 según un mantra que hoy han repetido todas sus extensiones mediáticas, supone «un nuevo orden en el mercado televisivo y audiovisual español, en el que el Grupo Antena 3 ve consolidada su posición como operador de referencia», es decir, más poder, posibilidad de hacer más dinero llegando a más audiencia y acumulando más publicidad. Para la
Asociación Española de Anunciantes (AEA) «esta medida, realizada de espaldas a la industria publicitaria, es perjudicial para las empresas anunciantes ya que la oferta dominará los precios, todo lo contrario de lo que es recomendable en un sano mercado de competencia. De esa forma las empresas pierden claramente creación de valor y capacidad de negociación«. Se refiere a las suyas, claro. Con sólo dos competidores, la cosa se convierte en un duopolio ante el que no habrá más remedio que tragar en la negociación de los precios.
Nos gustaría decir, como hacen hoy muchos, que para los espectadores será una pérdida de pluralismo, si no fuera porque desde la existencia de las televisiones privadas, el pluralismo ha sido una quimera en la que no hay que pensar si no quiere uno instalarse en la melancolía. Y es que muchos confunden el tocino de la democracia con la velocidad de la lucha feroz por las audiencias, por la tarta publicitaria, por el share. Que de eso sí que ha habido y habrá.
Bueno. Ahora son uno contra uno. A un lado del cuadrilátero, Antena 3, Neox, Nova, Nitro, La Sexta, La Sexta2, La Sexta3 y el canal que actualmente La Sexta tiene alquilado a Gol TV, así como alrededor del 42 por ciento del mercado publicitario y 25,7% de la audiencia.
En el otro rincón, Mediaset España ( Cuatro más Telecinco): Telecinco, Cuatro, La siete, FDF, Divinity, Boing, el 43,5% del mercado publicitario y el 26,4% de la audiencia.
En el centro: nosotros, los telespectadores. Esperemos que no aumenten los golpes del infotainement, los realitys y los anuncios publicitarios.
En el centro: nosotros, los telespectadores. Esperemos que no aumenten los golpes del infotainement, los realitys y los anuncios publicitarios.
Y en los vestuarios, entre otros, el Gran Wyoming que estará a lo mejor poniendo la barba de su sectarismo ideológico a remojar.
No entiendo el título; yo tengo la idea de que son todos lo mismo: o agua o aceite.
Como bien has dicho, los espectadores no vamos a notar nada distinto. A mí las privadas me da igual lo que hagan (menos Intereconomía, que puede que sea la única «privada» auténtica), lo que me importa y me gustaría es que RTVE sea de una vez por todas independiente, o sea, agubernamental.
José Luis
Bueno: ya sabes que la sexta era muy significativamente el buque insignia de una ¿izquierda? ideológica alienada con, por ejemplo, el diario Público. De hecho, en los muchos artículos que he leído para elaborar el post, hay una cierta sensación de orfandad en algunos sectores. Y Antena 3 pasaba por ser un elemento de más equilibrio y ecuanimidad. Entiendo, sin embargo, tu crítica.
La cadena que citas ya sabes que, por un lado, está condenada a la extrema derecha por los adjudicatarios de carnet democrático y, por otro, en la lucha por las audiencias, resulta residual e insignificante.
No conozco los datos. Creía que no era tan residual, pero la verdad es que solo lo creía. De todos modos, pasa el tiempo y te das cuenta que las informaciones que salen de sus informativos (y su periódico) son conocidas cada vez por más personas. En fin, para mí sería una pena que no resistiera el acoso de los medios y personas que la acosan.
Lo que me tiene perplejo es el funcionamiento (si es que funciona) de la estrategia de asignar a Intereconomía una ideología de la que no se tiene noticia en este país ni en sus medios, es decir, que parece ser que, aquí y ahora, no existe.
Hace poco nos hablabas de cómo la realidad en la Nube sólo tiene que ser «verosímil» para tomarla por verdadera. Pero es que esto de calificar a alguien de algo que no existe, es hacer verdadero lo «inverosímil». No lo entiendo.
José Luis