Todo ser humano, dice la Wikipedia, está rodeado de 1.000 a 5.000 objetos cotidianos. Imaginemos por un momento que cada uno de ellos, desde los zapatos hasta las llaves o el yogur, viene equipado de fábrica con un sensor que permite identificarlo, saber dónde está y conectarse con otros objetos igualmente sensorizados a través de Internet.
Esto es lo que propone el todavía proyecto denominado el Internet de las Cosas. Ana Laura, en su blog Erisada nos ofrece la infografía que encabeza la entrada realizada por Cisco que pone algunos ejemplos ilustrativos y da algunos datos: os la traduzco aquí y si queréis verla mas grande pinchad en la imagen.
«Durante 2008, el número de cosas conectadas a Internet sobrepasa ya el número de habitantes de la tierra. No son sólo smartphones o tabletas, sino que hay de todo.
Por ejemplo, una granja alemana tiene conectado a su ganado con sensores sin cable. Cuando una está enferma o preñada, el sensor envía un mensaje al granjero. Cada vaca transmite 200 megabytes de datos por año.
Podemos monitorizarnos a nosotros mismos de este mismo modo. Corventis fabrica monitores cardiacos sin cable que los médicos pueden controlar para medir los riesgos de sus pacientes.
Y este es sólo el principio — nos dice—. Las cosas están empezando a hablar unas con otras y a desarrollar su propia inteligencia. Imagina un escenario donde ocurran los siguientes sucesos y todos estén interconectados: tu reunión se ha retrasado 45 minutos, tu coche sabe que necesitará gasolina en el trayecto a la estación de tren y que tardará cinco minutos en esa tarea; ha habido un accidente en tu trayecto habitual que causa 15 minutos de retención. Tu tren lleva 20 minutos de retraso… todo esto se comunica a tu despertador que te permite cinco minutos extra de sueño. A su vez, tu despertador, comunica a tu coche que arranque en cinco minutos para derretir el hielo acumulado en durante la noche y envía una señal a tu cafetera para encenderse también cinco minutos más tarde. (Mucha complicación para cinco minutos más de sueño).
Hacia finales de 2011, 20 hogares típicos generarán más tráfico en Internet que todo el tráfico que se generaba en todo el mundo en 2008.
La compañía Cisco, usará billones de sensores en la tierra, en el mar y en el espacio para detectar y predecir cambios en el medioambiente.
Tenemos ya cámaras y ordenadores de un milímetro cúbico.
Con el Protocolo IPv6, tendremos
340.282.366.920.938.463.463.374.607.431.768.211.456
direcciones de internet. Lo que supone 100 para cada átomo de la superficie terrestre.
Las limitaciones tecnológicos están reduciéndose exponencialmente. Cuando billones de cosas estén conectadas hablando y aprendiendo, el único límite será nuestra imaginación.»
Todavía no se puede hacer, pero se podrá. Y, seguramente se acabará haciendo. Es otro tema para reflexionar. Sólo planteo un par de cuestiones. Una alrededor del control: si todo objeto llevara de fábrica un dispositivo de identificación y localización, no existirían cosas fuera de stock o productos perdidos, los estudios de mercado serían absolutamente exactos, se podría saber no sólo lo que se consume al otro lado del globo, sino que el fabricante podría saber qué productos exactamente tenemos cada uno en nuestra casa. Otra alrededor de la fragilidad: cuanto más dependamos de la tecnología, más nos alejamos de nuestros límites, pero también de nuestras defensas. Si la tecnología cae, el hombre se quedará desnudo sin ella según la conocida sentencia de que cuanto más listo es el ordenador, más tonto será el usuario.
Menos mal que el Creador se preservó la posibilidad de hablarnos directamente al corazón. Eso denota su perfecta sabiduría.
En cada átomo -y aún dentro de estos- del éter y de la materia, del mundo y del universo, de nuestros cuerpos y nuestras almas, quedaron escritas sus leyes, para que pudiéramos conocer su voluntad y reconocerle como Señor de todas las cosas.
Si el progreso humano consiste en crecer tecnológicamente de manera indefinida, en lugar de corregir los problemas del hombre y las plagas que le azotan, podemos decir que éste camina indefectiblemente hacia su total deshumanización.
José Luis
Pues yo empiezo a pensar que en algún momento esto estallará por algún lado y se venderá como novedoso el poder sentarse cara a cara con alguien con un café entre medias…
No me extrañaría nada, Negre. No es que estemos jugando con fuego, es que lo hacemos con explosivos. ¡¡¡ Búúúúúmmmmmmmmmm !!!
José Luis
Es curioso que esta entrada nada apocalíptica, os haya provocado a los dos esta reacción. Escribiremos más sobre el Internet de las Cosas, es un tema en el que hay que profundizar.