La penúltima dosis de esta serie dedicada al libro de Antón Patiño. Cuatro citas imprescindibles sobre el impacto de la inflación de imágenes audiovisuales (sobre todo televisivas) sobre el cine:
José Luis Guerín: «una película es un viaje entre dos miradas, la del cineasta y la del espectador (…) para que de verdad sea un acto de comunicación y no una forma de alienación. (…) Si no existe ese espacio, el cine se devalúa y, lo que es peor, deja de ser comunicación. Eso es lo que hace la televisión. Invadir el terreno del espectador, tratar al espectador como consumidor, engancharlo»
Víctor Erice: «Hoy no se habla de cine, se habla de audiovisual. Es un magma donde se dan cita la estética publicitaria, la televisión y este medio. Y donde se produce una forma de mestizaje que no siempre da buenos resultados. (…) Se está perdiendo la memoria del cine. Es una suerte de genocidio cultural que obra fundamentalmente a través de ese medio de formación de masas a escala planetaria, que es la televisión. Esta carece de memoria, y el cine, si algo ha sido, es precisamente memoria. El cine es la memoria visual del siglo XX»
Win Wenders: «La televisión es un ‘medium’ sin sentido de búsqueda. Está hecha para confirmar la imagen que ya existe del hombre. Incesantemente y en todos los sentidos. Toda pesquisa en televisión se ve impedida por su misma naturaleza.(…) Por eso es lamentable que el cine americano haya, hoy en día, pasado a imitar una televisión que empezó por imitarlo a él. El cine americano actual está de tal modo atrapado en la trampa de su sistema de dependencia que intenta, sobre todo, satisfacer las necesidades de exploración en vídeo y en televisión. Y como las películas en un momento u otro, pasan siempre por televisión, el cine americano acabó por interiorizar la propia televisión. Es verdad que aún se hace con los medios de la gran pantalla, pero su ideología es ya la de la televisión»
Y otra vez Win Wenders: (hablando de las fotos de Walker Evans o las pinturas de Edward Hooper) «Esas imágenes son, para mí, una fuente de paz y alegría. Las imágenes electrónicas me dan miedo. Por la impersonalidad. Vean, por ejemplo, un cuadro de Vermeer: puede dar paz a generaciones y generaciones, por toda la eternidad. La imagen electrónica no tiene paz en sí misma; además la imagen electrónica no existe como imagen, existe como progreso en dirección a la siguiente imagen, inscribiéndose de una manera que no admite la imagen fija. Para mí la paz de la mirada es la fotografía. O aún más, la pintura. El vídeo es lo inverso: es la pérdida de la posibilidad de parar. Es por eso por lo que hay cada vez menos alegría y que no baste que haya dos o tres cadenas de televisión –tiene que haber veinte o treinta– y dentro de diez años habrá incluso cien o doscientas, porque la imagen electrónica es inflacionista. Tengo mucho miedo a esa inflación que, dentro de una o dos generaciones, hará que no haya un solo crío capaz de ver una imagen fija, capaz de mirar una fotografía o un cuadro [ni siquiera de ver una película en movimiento de larga duración como ya hemos explicado aquí]. Van a perder ese gusto: están de tal modo habituados a que todo se mueva y a que pueda cambiarse, que pueda acelerarse, que la imagen para que se vea deja de tener la mínima importancia. Es lo que me da miedo en la imagen electrónica, que la imagen no exista para que exista apenas una sucesión que cree el hábito de una mirada que ya no es una mirada»
Habría que ver que dirían hoy estos cineastas de la colonización-transformación que se está dando ahora mismo por influencia de los modelos de consumo hacia un nuevo género: la serie cinematográficotelevisiva a través de plataformas varias de la red para consumir en el televisor. Allí está migrando Hollywood entero y, a decir de muchos, es allí donde se está haciendo el mejor cine contemporáneo de consumo. No es cine, no es televisión.
Referencias:
Todas las pantallas encendidas… síntesis en nuestra página Pensar los Medios.