Simplemente hay que ser visto. Aquello que se ve, existe y cuanto más se ve, más existe. Y la gravedad de su contrario: lo que no se ve no existe y nada significa.
No sólo las personas sino los grandes abstractos simbólicos como la libertad, el amor, la democracia, la esperanza… no son objetos visualizables y, por tanto, se van convirtiendo en espejismos que tienden a desaparecer de nuestra atmósfera simbólica y sentimental.
Al otro extremo, el ver demasiado puede conducir a la ceguera: la hiperinflación informativa, el exceso de oferta audiovisual, desinforma, favorece la banalización y estimula la estrategia empresarial del grito sensacionalista para hacerse oír en el espeso mercado. El exceso de información conduce a la degradación de las ideas, es decir, a la desinformación cualitativa, pues las ideas se simplifican, y se convierten en eslóganes, píldoras o clichés. Bajo la apariencia ―iba a decir ‘imagen’― de una enorme oferta de mensajes, se esconde la falsa diversidad que Herbert Schiller denominó “la gran variedad de lo mismo”. Bajo la imagen ―iba a decir ‘apariencia’― de un continente repleto, se esconde el vacío de la devaluación: todo está lleno, pero todo está devaluado. Todo es insignificante; es decir: no significa nada (la realidad convertida en juguete que nos explicaba José Antonio Marina en otro post).
La hiperimagenización devalúa la propia imagen y acaba empobreciendo la imaginación. Ver y ser visto para acabar no viendo nada.
Contemplen las imágenes, no las consuman o serán consumidos por ellas. Vale la pena creer para poder llegar a ver.
Interesantísimo grafiti el que ilustra el post. “Grafiti” y “post”, ¡dios mío! En tan breve frase, una palabra italiana y otra inglesa. Vamos a tener que preocuparnos en serio por nuestra preciosa lengua española o esto acabará mal. Así que rewind: “¡rewind!”: Interesantísima pintada la que ilustra las palabras de Pepe. En su blog. Su “¡blog!”. ¿Se puede pensar, seriamente, empleando tantos barbarismos? ¿Son palabras tomadas? ¿Son impuestas? ¿Realmente no tienen traducción al idioma propio? Creo que si pensáramos con “nuestras” palabras, pensaríamos más y mejor. Notaríamos más profundidad en nuestro pensamiento. Pero me voy del tema, discúlpenme.
Lo que nos dice Pepe, me parece de capital importancia. Constata una realidad que no responde a la naturaleza humana, que la violenta definitivamente. Todo ese hipertodo que es la “visualidad moderna” que obtura el tiempo (la vida) de los seres modernos, que “totaliza” su percepción de la realidad, recorre un único sentido: el que va desde fuera hasta dentro. Pero el hombre quiere “ser él” y para ello necesita recorrer el sentido contrario, el que va desde su interior hacia el exterior. Quiere tener ideas propias construidas dentro de sí y poder aplicarlas en el exterior, fuera de sí. Eso es lo único que le procura la experiencia de ser él mismo. Decimos ideas, pero valga decir todo otra operación humana: conducta, afectividad, sentimientos, valores, inteligencia, originalidad, ….. Con todo eso construye lo que reconoce como realidad.
Consumir lo externo supone destruir lo interno y lo contrario de imaginar, que es crear algo ideal en lo que creer …. para poder verlo fuera de sí.
José Luis Rodríguez Rigual