En el medioambiente simbólico es difícil encontrar a Dios. ¿Quizá porque un gran porcentaje de la atmósfera medioambiental está fundamentalmente compuesta de partículas de aquellos elementos que la vieja moral denominaba «mundo, demonio y carne»? Quizá porque en el ruido se oyen muy mal ciertas voces que necesitan silencio para aprender a ser escuchadas. O quizá porque lo banal deja muy poco hueco a lo esencial.
Quizá.
El caso es que hoy traigo aquí no a Dios, pero sí a uno de sus ministros: un cura que, además, está en el medioambiente no sólo formando parte de él sino construyéndolo: fotografía, pintura, diseño, teatro, mimo… Siro López le da a todas las teclas de la producción audiovisual. Un caso peculiar de sacerdote y de comunicador que, al menos, se aparta de los caminos previamente trazados que encasillan a los curas y, sobre todo, a los comunicadores. ¿Sacerdote-comunicador? ¿Comunicador-sacerdote? En cualquier caso, un cura que ha fundido su función pastoral con su labor creativa, alguien diferente y difícilmente encasillable que cuestiona constantemente a los demás cuestionándose continuamente a sí mismo.
Mucho antes de que existiera algo parecido a las «nuevas tecnologías», Siro ya estaba buscando técnicas expresivas nuevas para hablar al viejo hombre del eterno Dios. Hoy sigue ahí. Echen un vistazo.
¡Asombrante! que diría el hijo de una amigota mía.
José Luis